The Wandering
Pierrot
(Portada de su publicación en la Revista de ELAY)
Brindis… Expectativas… Un futuro sin un final a la vista.
Muchas
personas se reúnen alrededor de una mesa. Beben, se ríen, y conversan
alegremente. En medio de todos ellos se encuentra el celebrado, mi protegido,
Hiromu. Se ve aun más resplandeciente que de costumbre. Sus ojos brillan de
felicidad, su cabello plateado hasta los hombros cae por uno de ellos,
reflejando la luz proveniente del gran candelabro en el techo. Nadie puede
dejar de observarlo, mucho menos yo. Se ve tan feliz…
- ¡Muchas felicidades por la obra! –
todos toman un trago nuevamente.
- Fue todo un éxito, como siempre.
- Todo te lo debo a ti, querido manager.
Esa
sonrisa de ángel, dirigida sólo a mí, me llena el corazón. No puedo evitar
sonreír de vuelta. Una mano en mi hombro izquierdo rompe mi ensimismamiento.
- ¡Hey, Ikki! ¡Tu cliente es maravilloso!
En tantos años en el negocio, nunca había visto un actor tan completo. ¡Es como
los antiguos actores griegos!
- Es verdad. Nunca había visto un actor
que pudiera hacer tan bien papeles tanto de hombre, como semi-femeninos. –
opina otro colega.
- Es porque tiene un rostro y cuerpo muy
andróginos, eso no se ve seguido. Por eso puede hacer de travestis bonitos, no
como esos que se ven en la calle…
Mmm… no
me gusta el rumbo que está tomando esta conversación. Más cuando el productor
se me acerca para susurrarme.
- Oye… ¿cómo es en la cama? Lo sabes,
¿no?
- ¡Oiga! No comience con ese tema de
nuevo, o tendré que denunciarlo.
- No digas eso, sabes que me interesa en
serio.
- Usted tiene esposa, señor. – parece no
poder responderme.
Es mi
deber proteger a mi tesoro. No sólo porque me trae riqueza, y me traerá aun más
dinero después de su triunfo en la obra de hoy. En realidad es porque…
- Ikki-san. – la voz de mi pequeño
interrumpe mis pensamientos. - ¿Podemos hablar en privado?
- Eh… claro. Con permiso, señores. Sigan
celebrando.
Creo
escuchar a lo lejos un “¡grande, Ikki!”, antes de dirigirnos a los baños del
costoso restaurante. Aunque un poco incómodo, me río por lo bajo. Porque,
después de todo, tienen razón.
Ya
estando en los baños, Hiromu me toma inmediatamente del rostro y me planta un
beso en los labios, el cual devuelvo encantado. Me deja conducirlo hasta los
lavabos. Lo tomo de las caderas y lo siento sobre ellos.
- No podía esperar para tenerte en mis
brazos… - susurro, para luego desabrochar la elegante camisa que trae puesta.
- Tranquilo, Ikki, tenemos todo el tiempo
del mundo. Nadie se atrevería a interrumpirnos.
- Eres la estrella de la noche. Se te
permite todo hoy. – lo siento estremecerse cuando comienzo a morder levemente
su cuello.
- Nn… te pareces al señor lobo de hoy. –
un poco molesto por el tono divertido, lo tomo de los brazos y lo miro
directamente.
- No me gusta que otros extraños te besen
y te toquen. Aunque sea el papel de caperucita roja en la versión original del
cuento, me molesta.
- ¿Te pones celoso?
- No me sonrías así, sabes que sí.
- Pero es mi trabajo, Ikki, es lo que amo
hacer y lo que te da dinero a ti también.
- Lo sé… Sólo por ser tan hermoso y por ser
tan bueno en lo que haces, te perdono. – aparto la mirada, aún un poco molesto,
pero él me obliga a mirarlo de nuevo.
- Gracias, Ikki. – vuelve a besarme, esta
vez con ternura.
- Me encanta verte actuar…
Sus
ojos brillan de otra forma, pero no le doy importancia al cambio de unos segundos.
Tan sólo quiero hacerlo mío sobre ese lavabo. Entre las caricias y el sexo
desenfrenado, ese brillo vuelve a aparecer en sus ojos verdes.
Sí… parece
que no habrá fin a este éxito.
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Una máscara de payaso… Y la cara verdadera de alguien…
Pasaron
los días y me informaron de un nuevo trabajo para Hiromu. Se trata de una obra
sobre como un payaso en la antigua roma se dedicaba a contar cuentos macabros a
su público, con el fin de entretenerlos. Al poco tiempo, el payaso revela su
verdadera personalidad y comienza a matar a todos sus espectadores, para luego
pasar a la gente del pueblo. Finalmente es detenido y sentenciado a muerte.
Recibo
el guión de esta interesante obra de manos del productor.
- No se me ocurre nadie mejor para
interpretar al payaso que tu muchacho, Ikki.
- No lo defraudará, señor, se lo aseguro.
Vuelvo
a nuestro departamento y le doy la noticia a Hiromu. Parece maravillado, tanto
con la historia como con su papel.
-
¡Waaa! ¡Me encantó! Cada una de las historias que
cuenta Pierrot son escalofriantes, pero muy emocionantes. ¿Cuándo debo empezar?
-
En unos días. Apréndete el guión y ensaya hasta
entonces.
-
¡Gracias, Ikki! ¡Siempre me consigues
los mejores papeles! – me da un beso en la mejilla antes de irse a ensayar.
Me hace
tan feliz verlo así. Mi sueño era poder cumplir el suyo. Y ahora lo estamos
logrando juntos. Esa mirada inocente mientras lee el guión, ese es mi Hiromu.
Sí, nada puede salir mal…
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Tiempo que no se puede detener…
Escenarios por los que pasó y las cosas que
dejó atrás…
.
La obra ha sido un éxito. Aun después de
tantas funciones, los espectadores y los productores no dejan de alabar la
actuación de Hiromu. Y él no deja de hablar de ese personaje, del tal Pierrot.
-
Pierrot no admitiría que le dejarán los
platos sucios para lavarlos, Ikki. Deberías ser más considerado.
-
Hiromu, tú no eres Pierrot, deja de
hablar de él.
-
No deberías ponerte celoso de un
personaje, amor, es tonto. – me contesta divertido, y me lanza un beso mientras
friega los platos.
-
…No estoy tan seguro.
Pero no
me escucha. Otra vez está tarareando esa canción, la melodía de la obra, que
canta Pierrot al finalizar sus actos en su circo romano. Lo miro preocupado
desde la puerta de la cocina. Me parece que desde que tomó el papel de Pierrot,
su actuación ha mejorado mucho, pero también cada vez está más metido en ese
personaje. Habla todo el día de él, de lo que haría si viviera su vida. Primero
traté de ignorar el asunto, entendiendo que Pierrot, en un principio, también
era un actor, por lo que Hiromu podría sentirse más cercano a su persona.
Ahora, esto ya es demasiado.
Pero
cuando lo veo mover los cuchillos en sus manos mientras los enjabona,
tomándolos con esa costumbre que se le contagió de Pierrot, no puedo evitar
sentirme maravillado. Sí, tal vez las cosas no estén tan mal. Después de todo,
se ve maravilloso en el escenario. Esto era lo que yo quería, no puedo quejarme
ahora.
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Puedo ver una figura deslumbrante en escena…
Pero parece que ni una sola
persona conoce como se ve su verdadero rostro.
Sin embargo, con
el éxito también vinieron las críticas. Bueno, no exactamente críticas. Más
bien la gente comenzó a creer que Hiromu se parecía demasiado al desquiciado de
la obra. Aunque lo admiraban y lo alababan cada vez que podían, parecían sentir
miedo de él. Algo tonto, a mi parecer, porque uno no puede empezar a confundir
al actor con el personaje interpretado.
Por otra parte,
podría ser que tuvieran un poco de razón. Hasta yo me estremezco cuando lo oigo
hablar como Pierrot fuera de escenario. Ya no habla de él, habla como él. Sin embargo, a pesar de sentir
un poco de miedo, también siento renovada mi pasión por él. Tengo que estar
maquillándolo de más para ocultar las marcas que le dejo luego de tener sexo
con él. Es que es tan extraordinario. La magia que desprende en su actuación,
su forma de bailar y cantar cuando interpreta a Pierrot, las frases que dice,
la forma en que logra que el público enloquezca con él.
-
Siento que estamos cayendo por un
agujero oscuro, y tú vas cayendo más rápido que yo… - no puede oírme: está
durmiendo a mi lado, en nuestra cama. - ¿Podré alcanzarte en algún momento?
Comienzo
a oír murmullos que salen de sus labios. Aun está dormido. Se ríe
ligeramente. Un escalofrío me recorre el cuerpo cuando noto que es la risa con
la que interpreta a Pierrot.
-
Apláudanme, vamos, aplaudan más fuerte…
Hiromu, ¿quieres eres en realidad?
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Incluso en sueños, él oye los distantes aplausos y aclamaciones…
La silueta de una niña alada que se sienta sola en los asientos,
grabada en el fondo de sus ojos, la imagen sin desaparecer nunca…
Quería
ignorarlo, pero mi Hiromu está cada vez peor. Ahora me dice que vio a una mujer
alada sentada en las gradas, cuando ya se habían marchado todos.
-
¡Es el ángel que incita a Pierrot a
seguir con su obra en el mundo real! ¡Yo lo sé, yo la vi! Y me estaba aclamando
también.
-
Detente, Hiromu, estás cansado y las luces te hicieron ver
algo que no estaba ahí. No puede haber un ángel en las gradas.
-
¿Por qué no? Apuesto que sí. Apuesto a
que vino a darme su guía igual que a Pierrot.
-
¿Qué estás diciendo…?
El
brillo rojo en sus ojos verdes es más fuerte que nunca y comienza a
preocuparme. Pero al mismo tiempo no sé si quiero hacer algo para arreglar la
situación. Todos estos meses he estado dividido entre esas opciones, mientras
íbamos de ciudad en ciudad presentando la obra. No puedo evitar besarlo cuando
lo veo reír infantilmente, tal como Pierrot. Es tan encantador. Realmente ese
papel le viene bien. Entre inocente y sensual, y la pérdida de juicio lo
hace más interesante aun. ¡Pero qué digo! ¡Tengo que arreglar esto!
-
¿No has oído que están pasando cosas
raras últimamente, que la gente está teniendo mutaciones espontáneas? Podría
ser una mujer con una mutación de alas. – le digo, luego de romper el beso.
-
¡No, no, no! ¡Es un ángel! ¡Es mi ángel! –
lo miro molesto, reteniendo sus movimientos entre mis brazos.
-
Está bien. Iremos a consultar con ese
hombre que dicen que sabe algo sobre esas mutaciones. Si él no dice nada que te
convenza, entonces aceptaré que es el ángel de Pierrot, ¿hecho?
-
Hecho. – me sonríe mientras me estrecha
el meñique. – Es una promesa.
Vuelvo
a besarlo apasionadamente, mientras lo acorralo contra la pared de la sala de
nuestro departamento. No puedo evitarlo, sé que debería regañarlo más, pero me
tiene loco. Pierrot…
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Una máscara usada para cumplir las expectativas de otros…
Así es como vivió toda su vida. Aun así,
él no sabe cuando la cara bajo la máscara desapareció.
Como prometimos,
lo llevo a ver a ese hombre extraño del que tanto se rumorea últimamente. En
los días que pasaron entre que lo acordamos y hoy, han aumentado las noticias
de gente cuyos cuerpos, de un día para otro, sufrieron mutaciones espontáneas.
¿Qué le está pasando a este mundo…?
-
¿Estás bien, Ikki? Te ves preocupado.
-
Estoy bien, bebé, sólo me intrigan las
cosas que pasan últimamente.
-
Pero, ¿no es maravilloso? Más
inspiración para las historias en el circo.
-
Sí, a Pierrot le encantaría esta
situación.
Lo veo
correr hasta la puerta del pequeño edificio al que vamos. El viento mece sus
cabellos plateados. Sus ojos rojos reflejan la tenue luz del sol que se asoma
entre las nubes. ¿Siempre habían sido sus ojos de ese color?
Ingresamos
en el edificio. Toco a la puerta de lo que supongo es la oficina de ese hombre.
-
Adelante.
Detrás
de un escritorio se encuentra un hombre alto y delgado, con el cabello azul
oscuro. Me llaman la atención los grandes audífonos que trae puestos, y las
vendas cubriendo sus largas manos.
-
No me dijiste que el extraño señor era
tan atractivo. – lo hago callar enojado, ante lo cual suelta una risita coqueta
y divertida.
-
¿Qué se les ofrece? – el hombre no
parece afectarse por la intromisión.
-
Hemos escuchado que usted sabe cosas
sobre las mutaciones que están ocurriendo en las personas, ¿es eso cierto?
El
hombre se queda en silencio unos segundos.
-
¿Saben a qué me dedico? – niego con la
cabeza, y mi niño me imita. – Yo soy un guía. Ayudo a las personas a darles un
sentido a sus problemas o a su vida.
-
¿Cómo un terapeuta?
-
Algo parecido. – que respuesta más rara. No es
eso lo que yo le pregunté. - ¿Alguno de ustedes necesita de mis servicios?
Estoy a punto de responderle que
no y marcharme, pero mi niño me detiene.
-
¡Yo! Yo quiero hablar con usted.
Cierto, ¿cómo debo llamarle?
-
Mi nombre es Kitsune. Puedes llamarme así si lo
deseas. Tú eres el actor que interpreta a Pierrot, ¿no? Te he visto en escena.
Es un honor.
-
Gracias… - toma asiento con el rostro
sonrojado.
Me
marcho para dejarlos solos. Antes de salir lo oigo decir “había querido hablar
contigo desde que te vi actuar…”
Pasada
lo que sería una hora más o menos de esperar impacientemente, mi querido actor
sale de la habitación muy feliz, seguido del tal Kitsune. Aprieto los puños con
fuerza.
-
¡Gracias, Kitsune-san! – me mira
confundido cuando lo tomó del brazo y lo acerco a mi pecho, alejándolo de ese
sospechoso sujeto.
-
Si no va a darnos ninguna información,
nos vamos.
-
Yo ya hice mi trabajo. – me asegura
tranquilo. – Pero el problema no es sólo de Hiromu-kun. ¿Cómo lo ve usted,
Ikki-san?
-
No sé de que me habla. Vámonos, Pierrot.
Me
detengo, paralizado. Oigo silbar a ese sujeto, quien, por lo visto, también
notó mi error. Pero ninguno de los dos me corrige. Trato de apresurarme,
temblando por los nervios. ¿Qué me está pasando?
Antes
de marcharme, oigo la voz de Kitsune una vez más. “¿Qué es lo que esperas de
él?”
**************************************************
Me pregunto qué vio él cuando miró al espejo.
¿Qué reflejó en lugar de aquello que él perdió…?
Los casos de mutaciones registrados van
aumentando cada día, y con ello, el brillo de los ojos rojos de Pierrot. Un día
lo descubrí frente al espejo, mirándose el rostro maquillado. Parece
maravillarle la pintura de payaso.
-
¡Mira, Ikki! Desde hoy voy a usar mi
ropa de trabajo todos los días. Me encanta este short a rayas, es precioso. ¿No
crees que me viene bien?
-
Sí, amor, se ve muy bien.
Me posiciono
detrás de él en el espejo. Desde hoy será la viva imagen de Pierrot. ¿Es que tenía otro
nombre? No lo recuerdo. ¿Cuándo dejé de percibir el aire extraño
que nos rodea? ¿Desde cuándo esa mujer con alas de ángel nos mira desde la
ventana de nuestro departamento?
-
Que bueno que sigas asistiendo a mis
presentaciones, Ikki, ¿te gusta oír mis historias?
-
Me encanta. – le respondo con
seguridad, mientras tomo su rostro y apoyo mi frente contra la suya. – Te ves
como un ángel caído hablando sobre el infierno. Es hermoso.
Aprieto
firmemente su trasero, mientras le beso el cuello y afirmo el pequeño gorro de
copa sobre su cabeza. Por más que le gusten sus pantalones cortos, para poder
penetrarlo nuevamente necesito quitárselos. Lo escucho reír, seguramente de mi
desesperación por poseerlo.
-
Quiero comenzar a llevar mis historias
fuera del escenario, antes de que mi público se aburra de mí.
-
Jamás se aburrirían de ti.
-
No puedo perder a mi público. Debo
terminar con ellos primero.
¿Debería
alarmarme? No, se vería precioso bañado en sangre. Mi bella muñeca manchada de
rojo…
¿Por
qué el ángel nos observa con tristeza y desaprobación? Creí que apoyaría a mi
Pierrot. La veo suspirar detrás de nosotros, para luego marcharse.
¿Por
qué creí eso…?
**************************************************
Antes de que se diera cuenta, su máscara se convirtió en su verdadero
rostro.
Un “barroco” obtenido al negar el futuro y deteniendo el tiempo.
Una máscara de su verdadera cara, llamada “The Wandering Pierrot”.
Ha
llegado el día. En su última presentación, machete en mano, Pierrot descuartizó
a todos los espectadores presentes. Yo me encargué de cerrar las puertas, las
cuales quedaron manchadas de rojo, igual que mi muñeca.
Cuando
todo termina, se queda de pie en medio del escenario, respirando agitadamente.
Se ve realizado, feliz, pero tiene los ojos muy abiertos. Parece que el ángel,
nuestro único espectador restante, percibe el aire a distorsión proveniente de
él. Y aunque parece causarle tristeza, a mí me enloquece. Se ve sobrenatural.
Por fin
voltea para mirarme. No sé porque no me preocupa que acabe conmigo también. Se
me acerca con los ojos brillantes, de un profundo rojo. Ahora que lo noto, su
sombrero ha crecido en tamaño. Sus brazos ya no se ven como antes: son más delgados,
casi esqueléticos. Parece estar saltando cuando se aproxima a mí, como si sus
piernas ya no fueran eso, si no un resorte. Mirándolo lo de cerca, eso son.
Está
mutando. Una mutación rápida e indolora. Ni siquiera parece afectarle en algo
su nueva apariencia. Veo como aparece un gran ojo verde azulado en su estómago.
¿Dónde vi yo ese color antes? Cierto…
De
repente rompo en lágrimas. Fui yo quien permitió que esto pasara. Yo dejé que
él se destruyera. Pero… Pero… me gusta tanto, antes y ahora. Lo sigo amando…
-
¿Qué pasa, Ikki? ¿No te gusta lo que hago?
Yo quería ser lo que tú querías que fuera.
-
Perdóname… Esto no tenía que suceder
así…
-
Pero Ikki… - aun con sus anormalmente
largos brazos esqueléticos que me rodean, es tan hermoso… Aún ahora no falla en
confortarme. - ¿cumplo con tus expectativas?
-
Claro… Eres lo más lindo de este mundo,
Pierrot…
Ya no
hay vuelta atrás, ni para él ni para mí. Él ya es Pierrot, y lo seguirá siendo
por siempre. ¿Y yo? Yo estoy perdidamente enamorado de su distorsión.
-
Kitsune-san lo llamó “barroco”. Una
distorsión en el alma, que te ayuda a sobrevivir en el mundo que se avecina.
-
¿El mundo que se avecina…?
-
Sí. Las mutaciones están aumentando a
nuestro alrededor, es cosa de tiempo que nosotros también lo hagamos.
“Tú ya
estás mutando”, quiero decirle, pero realmente él no parece notarlo. En vez, de
eso, acaricio sus cabellos para tranquilizarlo. Pero en él no hay rastro de
angustia o miedo. Él no sabe lo que pasa. Como siempre tan inocente…
-
También dijo que el “barroco” se puede
contagiar.
-
¿La locura realmente se puede
contagiar?
-
Eso parece. Tú… ¿Tú mutarías también si
yo lo hiciera? Yo querría hacerlo si tú lo hicieras.
Que
pregunta más tonta. Beso sus labios con fuerza e introduzco mi lengua dentro de
su boca, buscando ese delicioso sabor con ansia.
-
Claro, por ti haría cualquier cosa.
Sonríe
sinceramente feliz, sentimiento que comparto. Nunca podría convertirme en el
soldado que detuvo y ejecutó a Pierrot. Sucumbí a sus encantos desde hace años.
Sólo me queda acompañar a mi muñeca asesina y esperar a que los dos mutemos
completamente. Me pregunto, ¿cómo mutaré? No sé mucho de lo está pasando con la
gente que muta y ese ángel. Aun así, quizás la distorsión no sea tan mala. Siento
que de esa forma podré estar con mi Pierrot para siempre.
Además
parece ser inevitable. “El mundo que se avecina” dijo ese hombre. Y ese ángel
parece ser el presagio de todo aquello. Su mirada indica que lo sabe todo,
tanto lo que ocurre ahora como lo que sucederá de ahora en adelante con el
mundo.
Pero nada
de eso importa ahora.
Sólo
importamos él y yo.
Mi
adorado “Wandering Pierrot”.