Por fin subo otro cap de Sodom =D No es que me haya atrasado. La revista se atrasó en publicar todo lo de su página y, por tanto, yo tuve un mes más para escribir n.n Ya todo se normalizó, así que publicaré el mes que viene.
(Nota: el kimono de Kitsune está ordenado como el de los difuntos n.n)
*****************
Sodom ~ Tsumibito no Miyako
by Himutako Mizumi Himutako
Capítulo 05: La primera presa del perro guardián
Rating: M (por: asesinato brutal XD)
Rating: M (por: asesinato brutal XD)
Es difícil ver con la poca luz que brindan
los faroles de la calle. Sin embargo, no le he perdido de vista. Nunca lo
perdería de vista. En la siguiente avenida va caminando un hombre con un
maletín, que regresa solo de su trabajo. Puedo ver al otro lado, en la
siguiente calle a esa, a ese hombre de cabello castaño, escondido en las
sombras de esa esquina. También está dirigiendo su mirada a donde yo dirijo la
mía.
-
Ahí
viene el… objetivo. – lo escucho hablar por el celular que nos conecta.
-
Sí,
también lo estoy viendo.
-
No
crees que esto es… ¿peligroso? – no parece demasiado preocupado aun diciendo
esas palabras.
-
Supongo
que sí.
-
Suenas
tan tranquilo. – tal vez lo estoy más que él, pero aun así él tampoco parece
asustado. – ¿No crees que es divertido esto?
-
¿Divertido?
Supongo que sí. Estamos con Kitsune-san, después de todo.
-
Otra
vez estás hablando con ese tono de idiota enamorado. Igual no te culpo. Pero yo
me refería a que era entretenido actuar como “criminales” y secuestrar a
alguien.
-
Ah,
no sé. Si Kitsune-san quiere hacerlo, supongo que lo es.
-
Ajá…
No sé qué pensó que le respondería, pero
parece que no era eso lo que esperaba oír. Supongo que Kitsune-san y este
señor, Armando, piensan parecido y por eso se entienden. Me pregunto si yo
entenderé estas cosas algún día. Me esforzaré. Por Kitsune-san, me esforzaré.
Lo que yo quería entender
era como funcionaba la mente de “criminal”.
Poco sabía yo que no
necesitaba entender eso del todo.
Hablando de él, su figura está apareciendo
en la calle que observamos, en frente del señor del maletín. Es hermoso, tal
vez más de lo normal. Lleva un kimono blanco con rojo. Le queda un poco grande,
por lo que le cae por los hombros. También pueden apreciarse sus piernas al
caminar. Dios, se ve tan delicioso.
-
¿¡Por
qué tenía que vestirse así para esto!? – vuelvo a escuchar la voz de Armando
por el celular.
-
Así
lo decidió él.
-
¿Y
simplemente lo dejaste ir así porque “lo decidió así”? Hombre, necesitas
hacerte escuchar más.
-
¿Por
qué? Si él quiere usar esa ropa, entonces debería hacerlo. Además, se ve muy
bien con ella.
-
Ese
es el problema. Se ve demasiado
bien. ¿Acaso no sientes celos?
Kitsune-san me preguntó eso una vez y no
supe como contestarle. Es que realmente no lo sé. Porque… él debe ser él. Debe
hacer lo que se le antoje hacer. Así es Kitsune-san. Y yo… yo lo amo así…
De otra forma no sería
Kitsune-san. No sería perfecto.
-
Olvídalo.
Mejor concentrémonos en lo que pasa. Debemos actuar en el momento indicado,
¿recuerdas?
-
¡Claro!
– por el sonido que emitió después, creo que pensó que esa respuesta me salió
demasiado animada para la situación.
Kitsune-san da unos pasos hacia el señor,
quien recién notó su presencia. “¿Cómo no lo sintió antes?” me pregunto. Es
prácticamente imposible ignorar a alguien como él. En vez de los celos que
Armando nombró antes, esto me hace hervir más la sangre. Pero debo controlarme.
Así lo quiere Kitsune-san.
Que bello se ve bajo la luz del farol. Por
un segundo puedo ver sus blancas colas de zorro detrás de él. Hay cinco. La
última vez que las vi eran cuatro. Entonces Armando hizo nacer una más…
Perfecto. Ahora es todavía más perfecto que antes.
-
Buenas
noches.
-
Ah… -
seguramente el hombre no cree que le habla a él. Mira a todos lados primero
para estar seguro, pero no hay nadie más. - ¿Me hablas a mí?
-
Sí,
le hablo a usted, señor.
Con paso seguro, se dirige hacia él, hasta
estar a unos pocos metros de distancia. Su sonrisa confiada es maravillosa. La
forma en que aparta sus cabellos con sus dedos es hipnotizante. Seguramente el
hombre también lo siente así.
-
Es
una ropa muy bella la que traes puesta, jovencito.
-
¿Sólo
la ropa? – maldición. Ese tono seductor… quiero acercarme yo a él ahora. Pero
no debo interrumpir. No debo. Aunque quiera hacerlo mío en este preciso
instante…
-
No,
claro que no. Eres un chico… excepcionalmente bello, si me lo preguntas.
-
Muchas
gracias. – Kitsune se acerca más, lentamente, como el paso sigiloso del zorro
que es.
-
¿Te
gustaría ir a algún lugar conmigo, preciosura?
Yo quiero acariciar esos labios,
maldición. El sólo ver a Kitsune-san ya me excita. Es peor aún verlo seducir a
alguien. Y él continúa, como si nada. Como si no le molestara que ese anciano
con nada de atractivo lo tocara. Lo cual sé que es mentira. Sé que le gustan
los hombres apuestos solamente.
-
¿Quieres…
disfrutar de mi compañía?
-
Oh,
claro que quiero.
-
Entonces…
acompáñeme, Sudou-sama.
-
¿Eh?
¿Cómo sabes mi…?
Esa
es la señal. Armando lo nota también. Lo veo ponerse en marcha rápidamente
hasta allá. Hago lo mismo. En un segundo, tengo el cuello de la ropa de Sudou
en mi boca, que lo retiene con la fuerza de la mordida de una bestia, y luego, el
cuerpo de Sudou queda cubierto de miles de hilos de seda que provienen de las
manos de Armando. No lo había visto hasta ahora usar su poder.
Los gritos de Sudou son silenciados por
los hilos que cubren su boca. Sólo podemos ver su mirada aterrada, saltando de
uno en uno de nosotros. La sonrisa malvada de Kitsune-san se acentúa. Hicimos
lo que quería. Me siento orgulloso.
-
Entonces,
¿nos vamos, Sudou-sama?
-
Cuélgalo
al techo, Armando. Quiero que nos pueda ver bien.
-
Entendido.
El cuerpo de Sudou cuelga del techo sobre
nosotros. La habitación está totalmente oscura, a excepción de unas pequeñas
lámparas de luz tenue, que nos iluminan lo suficiente. Puedo ver con claridad
la expresión de horror del hombre frente a mí. Su boca continúa cubierta por
los hilos, evitando que escape cualquier sonido.
-
Ahora
bien… puedes dejar libre esa asquerosa boca, Armando. Ya no importa que haga
ruido, estando en tu departamento.
Así lo hace. En cuanto queda libre, Sudou
escupe un poco. Pareciera que se estuvo ahogando un poco con todos esos hilos
en su garganta. Luego sigue mirándonos con horror, sin decir nada.
-
Tanto
tiempo, Sudou-sama.
-
¿¡Quién
eres!? ¿¡Por qué me tienen aquí!? – grita por fin el señor.
-
Calla,
cerdo inmundo. ¿Acaso no te acuerdas de mí? Nos conocimos hace mucho tiempo. Yo
no podría olvidarte...
Kitsune-san habla con mucho odio. No nos
dijo quien era esta persona ni porque sería su primera víctima, pero debe
haberle hecho mucho daño. Aún más que las chicas que nombró.
-
Yo
debo haber cambiado mucho como para que no me reconozcas. Aunque sigo siendo
hermoso.
-
Espera…
¿Eres…? – Sudou parece haber recordado con quien trata. - ¿Eres Kitsune-chan?
-
¡No
me digas así!
Kitsune-san saca rápidamente sus garras y
rasga el pecho de Sudou, dejando una herida bastante profunda. Debido a que no
se lo esperaba, la presa suelta un desagradable alarido. Si hubiera sido la voz
de Kitsune-san gritando así, hubiera sonado mucho mejor.
-
No he
podido soportar que alguien me diga de esa forma desde que te conocí.
-
¿Quién
es este señor, Kitsune-san?
-
Sí,
¿no va siendo hora de que nos digas? – pregunta también Armando.
-
¿No
quieres contarles tú, puerco?
Sudou no responde. Le aterró demasiado que
Kitsune-san pudiera hacer aparecer en sus manos garras tan largas y afiladas de
la nada, al parecer.
-
Cuando
era niño, mis padres fallecieron en un accidente de tráfico, escapando de unos
mafiosos a los que les debían dinero. Poco después, unos de esos hombres, que
eran dueños de una casa de cortesanas, me llevaron al barrio rojo.
Así que sí había trabajado vendiendo su
cuerpo desde hace mucho. Pero se supone que las cortesanas sólo empiezan a
trabajar a los 18 años. ¿Entonces que pasó? Además dijo “cortesanas”, y que
había vivido con mujeres toda su infancia. ¿No debería haber sido mandando a un
prostíbulo de hombres?
-
Los
hombres quisieron revisar mi cuerpo, pero yo hábilmente evité que supieran que
era un hombre. Si dejaba que se enteraran de ello, me hubieran mandado de
esclavo a otro lugar o me hubieran vendido a un adinerado caníbal. Entonces me
quedé en esa casa de cortesanas.
Oh, ya veo, así que eso pasó. Seguramente
les convenció que si revisaban sus genitales, él iba a “perder calidad”.
Además, Kitsune-san es realmente “convincente” cuando quiere serlo. Es genial.
-
Empecé
a atender a aquellas que eran cortesanas hechas y derechas. Aprendí a servir a
los clientes como entretenimiento, entre otras cosas. En general los clientes
querían propasarse conmigo, por lo que las otras chicas me tenían envidia, pero
aún no era nada tan terrible como lo fue después.
-
Bueno,
es que eres muy hermoso, Kitsune. Es obvio que iban a querer tocarte aunque
fueras sólo un niño. – interrumpe Armando, claramente lleno de celos.
-
Lo
sé. – responde Kitsune-san, totalmente seguro, para luego proseguir: - Nunca se
concretó nada, porque las reglas lo prohibían, pero cuando tenía 8 años, este
señor llegó como cliente de la mujer a la que yo servía.
Sudou reacciona al escuchar eso y
comienza a sudar más que antes. El olor de su transpiración es muy desagradable.
Realmente parece un cerdo sucio colgado en una carnicería, apunto de ser
sacrificado.
-
Este
viejo aquí presente fue el que me quitó la virginidad a los 8 años, a la
fuerza, y causó que entrara a trabajar como cortesana antes de lo debido. Bastante
antes de lo que un niño puede soportar.
-
¡Maldito
viejo! ¿¡Cómo te atreves a tocar a la fuerza a Kitsune!?
Armando se lanza a pegarle puñetazos,
olvidando que puede estrangularlo con sus hilos. Seguramente es porque no está
acostumbrado a ese poder aún. Tiene razón, ¿¡cómo se atreve!? Kitsune-san es un
rey. No puede hacer nada en contra de su voluntad. Nadie puede. Siento que me
hierve la sangre, pero reprimo mis ganas de herirlo de gravedad cuando
Kitsune-san detiene a Armando.
-
Detente,
Armando. Me hace feliz que te enfurezca tanto, pero no es momento de eso.
-
Hmph.
– el aludido se aleja de Sudou, luego de haberle dejado la cara un poco deforme
y ambos ojos morados.
-
¡Está
bien! ¡Lo admito y me arrepiento! ¡Estuviste excelente y disfruté mucho nuestros
siguientes encuentros también! ¡Pero no era mi intención hacerte daño!
-
Claro
que no. Eres un viejo idiota, ¿cómo se te iba a ocurrir que eso me iba a hacer
daño? No ibas a pensar tampoco en como esas chicas reaccionarían después.
-
¡No
tengo idea de que hablas!
-
¡Esas
niñas…! – la voz de Kitsune-san se quiebra, pero continúa hablando, forzándose
a mantener la calma. – Esas niñas me odiaban. Era la cortesana que más temprano
había empezado a trabajar. Los clientes pronto empezaron a llegarme con mucha
facilidad y rapidez. Todos estaban encantados conmigo, y no les hacían caso a
ellas. ¡Y yo era un hombre! ¿¡Cómo creías que se sentían!? ¡Obviamente me
odiaban!
Kitsune le hace una seña a Armando para
que apriete más los hilos, lo cual él obedece de inmediato, encantado de poder
herir nuevamente al anciano. La gorda piel de Sudou se comprime dentro de los
hilos, los cuales empiezan a cortarle y dejar salir sangre, la cual fluye por
los hilos. Es una hermosa telaraña sangrienta.
-
Es
una hermosa telaraña ensangrentada, ¿no creen? – yo asiento, feliz de que
pensara lo mismo que yo. – Si no hubiera un cerdo atrapado sería aún más bello.
-
Podría
ser una mariposa nocturna como usted. Así sería mucho más… delicioso.
Kitsune-san se ríe alagado por mi
comentario y me acaricia el rostro, para luego darme un suave beso. Se me
escapa una risa de felicidad cuando el beso termina. Armando, por su parte, nos
mira disgustado.
-
Yo
también quiero un beso. – reclama, cruzándose de brazos.
-
Jaja,
está bien. También te lo mereces por capturar a este cerdo y traernos hasta
aquí.
Dicho eso, besa a Armando en los labios
también. Pero éste no se detiene ahí. Toma a Kitsune-san de las caderas e
introduce una de sus manos dentro del kimono.
-
¡Oye!
¡Yo también quiero! – digo yo, caprichosamente, y también me acerco a acariciar
a Kitsune-san.
-
Jaja,
que hombres tan insaciables tengo. Así me gusta. Así me gusta mucho. – escapa
un gemido de sus labios al terminar la frase.
Al acariciar y besar a Kitsune-san entre
los dos, sus orejas y cola se hacen visibles, probablemente por la excitación.
Que raro. Esto no pasaba antes. No me molesta, claro, me encanta.
-
¿Pero
qué…? – Sudou se ve muy impactado y balbucea como idiota.
-
Oh,
que extraño. Yo no quería dejarlas ver. Supongo que es porque estoy cómodo con
ustedes, que sé que no me traicionarán, y con alguien que es casi un cadáver
ya.
-
¡Mi
cola también apareció, Kitsune-san! – digo feliz, moviendo mi cola.
-
Aww,
nunca la había visto. – dice él acariciándola, lo cual se siente extremadamente
bien. O más que bien. – Así que sí eres un perro. Hasta ahora las
demostraciones que había visto eran más de bestia. – dice riendo.
-
Yo
siento algo extraño en mi espalda… - susurra Armando, tratando de ver su propia
espalda, sin éxito.
-
¡Tienes
patas de araña! Son pequeñas, pero se mueven. También son muy suaves.
Kitsune-san también acaricia los extraños
apéndices que salen de la espalda de Armando. Al igual que yo, él también se ve
feliz, pero no lo demuestra tan efusivamente como yo, jeje.
Es
entonces cuando Sudou lanza un alarido despavorido. Intenta moverse,
seguramente apuntarnos a nosotros. Tiene los ojos desorbitados y continúa
balbuceando como un imbécil.
-
¡¡Tienen
partes de animales!! ¿¡Qué son esas asquerosidades que se mueven en la espalda
del castaño!?
-
¡Oye,
más respeto, vejestorio repugnante!
-
Déjame
que le explique, Sudou-sama. – interrumpe Kitsune-san a Armando, con un tono
claramente sarcástico. – Nosotros ya no somos personas normales. Nuestro líder
ha despertado en nosotros unos maravillosos poderes.
-
¿Su…
líder…? ¿Eso quiere decir que alguien más los mandó aquí?
-
No.
Está es mi venganza personal. Aunque Gaderiel se veía feliz cuando le dije
quien sería mi primera víctima.
-
¡¡Gaderiel…!!
– tal parece que Sudou conoce a ese hombre también. Es un nombre bastante poco
usual, después de todo. Que pequeño es el mundo.
-
Vaya,
así que sí se conocen. Bueno, antes de que tu vida acabe, te contaré un poco
más de nosotros.
Kitsune-san le explica un poco de lo que
nos habló a nosotros cuando nos juntó por primera vez. Cuando conocí al que
sería mi compañero al lado de Kitsune-san.
-
Siéntense los dos.
Hace
unos días, Kitsune-san me llamó para que conociera a su nuevo amante. La verdad
es que ya habían estado juntos antes, pero se separaron. Yo no sé la razón de
su separación aún, pero supongo que fue por esas cosas que dice Kitsune-san, de
que a la gente no le gusta ser engañada y estafada.
Así que
él debe haber sido uno de esos hombres, los cuales todos reaccionaban igual y lo
dejaban, pero tenía algo diferente. Él volvió con Kitsune-san de todos modos.
Estaba ansioso por saber como sería un hombre así. Porque eso quería decir que
tal vez apreciaba a Kitsune-san como yo lo hago.
Y ahí
estaba él, sentado frente a mí con una cara de pocos amigos. Ah, cierto, esa
cosa de los celos. Se le olvidaba. Así que él sí es celoso.
En ese tiempo me preguntaba
que sería eso que llaman celos.
-
Armando, él es Inukai Yoshio. Yoshio, él
es Armando Soler. Como ya deben saber, ambos son dueños de grandes empresas,
uno de casinos y el otro de hoteles.
-
Tus gustos siguen igual que siempre: guapo
y millonario.
-
No era millonario cuando lo conocí.
Después de encontrarme en un bar, él sólo trabajo duro por aumentar su fortuna
y me buscó de nuevo, jaja.
-
¿En serio? – Armando parece no creerlo.
-
Claro. De otra forma, él no hubiera
aceptado estar conmigo.
-
¿Eso quiere decir que ya sabías que es un
interesado? – Armando recibe un golpe en las costillas por parte de
Kitsune-san.
-
Sí. – admito sonriendo, para luego
acariciar el cabello de Kitsune-san.
-
Vaya… sí que eres un hombre… interesante,
como dijo Kitsune.
¿Kitsune-san dijo que yo era interesante? Eso fue todo lo que pasó por
mi mente. Ni me preocupe en averiguar a que se refería Armando con esa afirmación
en un momento como ese.
Interesante… En verdad se
referían a que yo era extraño. Hasta perturbador.
Pasamos
varias horas hablando, hasta que Kitsune-san interrumpió la conversación para
hacernos un anuncio.
-
A Armando ya se lo había dicho antes, pero
a ti, Yoshio, es la primera vez que te lo digo. Me voy a convertir en un
criminal, y ustedes me acompañarán.
-
¿Eh? Kitsune, no llegues y se lo digas
así. Al menos explícale como a mí.
-
Está bien. ¿Qué debo hacer?
Al
parecer, Armando nuevamente se sorprendió de mi reacción. “¿Por qué?” pensaba
yo, pero luego él me aclaró que normalmente la gente no llega y acepta una
invitación a cometer un crimen como si fuera lo más normal y cotidiano del
mundo.
-
Ese es mi niño. – esta vez es Kitsune-san
quien acaricia mi cabeza. Sonrío sin poder evitarlo. – Primero que nada vamos a
secuestrar a un anciano despreciable. Lo único que deben saber es que se
apellida Sudou. Yo les mostraré quien es en su momento.
-
Entendido.
-
Bueno, al menos es “secuestrar”, en un principio.
– dice Armando algo aliviado.
-
¿Te estás echando para atrás, Armando?
-
No, no es eso. Sabes que haré lo que sea
por ti. Es sólo que puede ser peligroso.
-
Con estos poderes no hay que tener miedo
de eso.
-
Sí, quería saber bien en que consiste todo
eso de los “poderes”. – sí, yo también quería saber más de eso. Para poder
ayudar mejor a Kitsune-san.
Y así
empezó la explicación. Yo tenía un alma de “perro”, lo cual Kitsune-san ya me
había mencionado antes. Yo debía retener a Sudou en mi boca (que serviría de
hocico una vez activara mis poderes), para que Armando, quien posee el poder de
la “araña”, envuelva a Sudou en sus hilos sin que éste pueda arrancar. Seríamos
los cazadores y protectores de Kitsune-san.
Él,
por su parte, tal parece que no posee poderes para defenderse. En vez de eso,
dice estar desarrollándose como un “zorro de nueve colas”. Dijo que, según lo
que mencionó ese hombre que conocimos en el casino, Gaderiel, su espíritu de
zorro tiene el poder de “recolectar información”.
-
Teniendo
estos poderes, y a estos amantes junto a mí, yo decidí que quería vengarme de
quienes me habían hecho daño. Tengo muchos nombres en mente, pero el primero
debías ser tú. Por iniciar todo lo que vino después…
-
Yo
no… ¡yo no hice nada! ¡Menos iba a saber que te iban a hacer daño, o que te
ibas a convertir en un fenómeno!
-
¿Fenómeno,
dijiste? ¡Cómo te atreves…!
-
Déjalo,
Armando. Está bien. Somos fenómenos. Ahora ya no somos humanos normales. Y eso
es lo que nos hace estar por sobre los demás.
Kitsune-san sonríe orgulloso. Realmente se
siente bien de ser superior a los demás, eso lo sé desde que lo conocí.
Hermoso, orgulloso, todo un príncipe. O una “reina”. Esa palabra le viene mejor
aunque sea un hombre. Y nosotros somos sus escuderos.
-
Ya
deja de gritar. – Kitsune-san interrumpe la histeria de Sudou nuevamente. –
Comencemos con la ejecución. Armando, tú vas primero.
-
Sí,
¿qué debo hacer? Feliz le hago daño a este desgraciado.
-
Quiero
que empieces a practicar. Quiero que uses tus hilos para curtir la carne de
este cerdo. – Armando parece sorprendido por las palabras de Kitsune-san, pero
sádicamente feliz.
-
Vaya,
nunca pensé que podría hacerle daño a alguien así sin sentirme culpable, y eso
lo digo por ti, Kitsune – eso último lo dijo susurrando. ¿A qué se habrá
referido? - , o con riesgo de ser descubierto.
-
No te
preocupes. Sudou desaparecerá de la faz de la tierra. Gaderiel se lo llevará o
algo así. Sólo hay que mantenerlo aquí hasta mañana.
Al escuchar todo eso, Sudou comienza a
gritar y retorcerse otra vez. Tiene los ojos desorbitados. Realmente parece que
va a tener un paro cardiaco. Pero la suerte definitivamente no estaba de su
lado.
-
Comienza.
Armando da un paso al frente y levanta sus
brazos. Una fuerza extraña empieza a surgir de su ser. Kitsune-san nos había
dicho que estas cosas surgen con el pensamiento, y que, si sabíamos dirigir
bien nuestra mente, cada vez sería más fácil utilizar el poder como queremos.
De repente de sus manos se desprenden
brillantes hilos de seda, iguales a los de una araña. Pero no se mueven rápida
y desordenadamente como los había visto antes. Esta vez envuelven la piel de
Sudou lentamente. Cuando ya lo tiene atado como quiere, suelta los hilos
anteriores con una mano, dejando sólo el que lo ata al techo.
-
Eso
es. Ahora empieza a curtir. – Kitsune-san se le acerca, tomándolo del brazo y
susurrándole al oído.
Armando hace lo que le dice, riendo
sádicamente. Los hilos comienzan a introducirse en su piel, de forma claramente
dolorosa. La carne que rebalsa por entre los hilos es cosida una con otra,
hasta que realmente parece un cerdo en una carnicería.
-
Perfecto.
Ahora intenta con algo más difícil. Cose su boca. Así ya no tendremos que oír
su fea voz.
-
Excelente
idea.
-
¡No,
no, no, espera--!
Pero Armando no espera por el desdichado
Sudou. Más lentamente que antes, los hilos de sus manos se acercan a la boca
del otro hombre, introduciéndose uno con esfuerzo en su labio inferior. De
inmediato se escucha un grito de dolor. Afortunadamente las paredes de este
departamento son aprueba de ruido.
-
Esto
es más difícil de lo que pensaba…
Con cuidado y dedicación, Armando logra
unir ambos labios con los hilos, dejándolo como una aterradora muñeca de un
cerdo. Todavía intenta hacer ruido, pero el sonido que sale de él es mínimo.
-
Jajaja,
quedó un poco feo, pero lo hiciste bien para ser la primera vez. – dice
Kitsune-san riendo.
-
No te
burles. ¿Y ahora qué? Aún no está muerto.
-
Eso
se lo dejaré a Yoshio. – él me mira con clara ansiedad en el rostro. - ¿Lo harás?
-
Sí
usted lo dice, claro que lo haré.
-
Otra
vez con esas respuestas tan naturales… - Armando parece mirarme con ansiedad
también. ¿O qué es eso en sus ojos?
-
Adelante.
Yo también quería ser
felicitado por Kitsune-san.
Aparte de eso, nada más me
importaba.
Ahora es a mí a quien toma del brazo, y me
susurra al oído. ¿Así cómo iba a negarme? Su voz es como un encantamiento para
mí. Así que hago lo que me dice. A ver… dirigir el pensamiento, imaginar, visualizar…
La imagen de un gran perro, con enormes fauces, con pelaje negro igual al de mi
cola, aparece en mi mente.
-
¡Wow!
¿¡Qué es esta energía tan fuerte!? – no alcanzo a ver a Armando, aunque escucho
su voz muy sorprendida. ¿Por qué?
-
¡Maravilloso,
Yoshio! – siento que Kitsune-san toma mi brazo con más fuerza.
-
¡Mmmh…!
¡MMGHH!
-
Sudou-san,
usted es la primera víctima de Kitsune-san. Debería sentirse honrado. – digo
con una sonrisa sincera en mis labios.
En el segundo en que dirijo con
sorprendente facilidad la energía que había acumulado en mi cuerpo hacia ese
anciano, me pregunto: ¿Esto debería causarme algo? ¿Pena, placer sádico, culpa?
No, lo único que hay en mi pecho es orgullo. Porque Kitsune-san dijo que yo era
“maravilloso”.
En ese momento tal vez
debería haberme preguntado
¿Por qué pude convocar una
fuerza tan destructiva
cuando ni siquiera había
usado mi poder de esa forma antes?
La figura de un gran perro negro comienza
a devorar a Sudou a pedazos. Incluso si el perro no es un verdadero animal, la
carne del anciano desaparece, como sí realmente se la comiera. Y entonces,
Sudou dejó de respirar. Con una expresión de agonía en su rostro, su sangre fue
drenada por sus heridas.
-
Esta es…
la primera persona que mato… Debía ser él. Tenía que ser él… - el temblor en su
voz es inquietante.
-
En verdad
fui yo quien lo hizo, pero es su victoria, Kitsune-san. Yo soy meramente su
sirviente.
-
¿Estás
bien, Kitsune? Te ves… inquieto.
-
¡Claro
que lo estoy! Es la primera vez que la muerte de alguien es mi responsabilidad…
-
¿Te
arrepientes? – no, no se ve arrepentido. Más bien…
-
Claro
que no. Es fantástico. La sensación de haber acabado con alguien como él es
maravillosa… Al fin logré lo que quería.
Eso es. No se ve para nada arrepentido. Se
ve emocionado, feliz, realizado. Y me encanta verlo así. La muerte de Sudou no
me produjo nada, pero ver a Kitsune-san tan feliz enternece mi corazón.
¿Aún por una razón como
esta?
Sí, la razón no importa.
Sólo él importa.
Viendo el cuerpo inerte de Sudou, casi
irreconocible por las heridas, sus ojos brillan con orgullo y satisfacción. Es
entonces cuando todo su cuerpo comienza a brillar con esa fuerza que Armando y
yo ya conocemos. Está pasando otra vez. De su espalda comienzan a surgir sus
cinco colas blancas de zorro, mientras una sexta se posiciona entre ellas. El
pelaje de esta nueva adición resplandece como el de las otras.
-
¿¡Kitsune!?
– Armando parece sorprendido. Yo no lo estoy.
Cuando yo lo vi no tardó tanto en obtener
su nueva cola. ¿Qué está pasando? Luego de unos minutos que se hicieron
eternos, la fuerza del zorro se apacigua, y Kitsune-san se desploma en el
suelo. Gracias a mis nuevos reflejos alcanzo a atraparlo en mis brazos antes de
que toque tierra. Se ve exhausto, pero sonríe feliz. Yo también estoy tan
feliz.
-
Eso
tomó más tiempo del que pensé. – expresa Armando cruzándose de brazos.
-
Eso
es porque vi algo.
-
¿Viste
algo? ¿Qué? – el mayor parece muy preocupado por alguna razón.
-
Obtuve
información sobre lo que debemos hacer.
-
¿Información?
¿Qué tengo que hacer? – pregunto feliz. Mi cola de perro se mueve a tono con
mis emociones.
-
Tenemos
que hacer que Gaderiel se encuentre y hable con una chica. – me responde
riendo, mientras acaricia mis cabellos. Se siente tan bien…
-
¿Sabes
como se ve la chica?
-
Sí,
además sé su nombre y como encontrarla.
-
¡Sí
que es impresionante, Kitsune-san!
-
Así
que a esto te referías con obtener información… Sí, es muy impresionante. Y
extremadamente útil.
-
Lo
sé. Yo soy excepcional. – sonríe Kitsune-san con orgullo.
-
¡Claro
que lo es! ¿Y debemos ir de inmediato a buscarla?
-
No, Yoshio,
debemos ir mañana a las 20:30 al casino de Armando. Allí estará esa chica.
Entretanto…
-
¿Podemos
seguir con lo que empezamos? – preguntamos Armando y yo al unísono. Ambos sonamos
tan ansiosos. Fue muy gracioso.
-
Jajaja,
claro. Vamos a la cama, hombres míos. Tenemos toda la noche y casi todo el día
de mañana para disfrutar.
Tomando a Kitsune-san en brazos, como a
una novia, me dirijo felizmente a la habitación siguiendo a Armando. Por fin
podré terminar de tocarlo como quería anteriormente. Él cumplió su objetivo y
se hizo todavía más perfecto que antes. Todo había salido bien.
El
cuerpo destrozado y sin vida de Sudou continúa colgando del techo de la sala.
La sangre se encuentra esparcida por el suelo. Así lo quiso Kitsune-san. Así es
como tenía que ser. No puedo estar más orgulloso.
-
Vamos,
vengan a mí.
Nunca dejaré ir a esta
mariposa nocturna.
-
Vine
porque me llamaste, pero creo que ya sé quien es la chica.
Después de pasar todo el día juntos, los
tres nos dirigimos al casino. Allí estaba Gaderiel esperándonos, y ahora
Kitsune-san y él conversan sobre la información que obtuvo el zorro el día
anterior.
-
¿La
recuerdas?
-
Claro
que sí, yo no olvido a nadie importante. Pero para estar seguros… ¿es ella?
-
Sí,
la rubia que está con el viejo chino.
-
Excelente.
-
¿Sabes
como aproximarte a ella?
-
Siempre
sé como hacer esas cosas.
-
Ja,
siempre me ha gustado tu confianza.
Kitsune-san le da un beso en los labios.
Corto, pero bastante intenso, que la serpiente corresponde con gusto. Armando
los está mirando, claramente muerto de celos. Yo también quiero un beso… Lo
tomaré después, jeje. Oh, y el crupier pelirrojo, el del otro día, también los
está mirando, pero es un poco menos obvia su molestia, aunque de todos modos es
clara.
-
Oh,
¿y cuando piensas decirle a Jin sobre nosotros? O sea, sobre todo esto.
-
Aún
no es el momento, pero lo haré llegada la hora.
¿Entonces ese chico también es parte de
“nosotros”? Vaya. Debería conocerlo más entonces, igual que a Gaderiel.
Sobretodo a Gaderiel, ya que parece ser bastante cercano a Kitsune-san. De
repente, Kitsune-san se aleja de Gaderiel y se acerca a mí.
-
Cuando
Sudou murió, uno de sus pensamientos llegó a mi mente. Ya sabes… como yo capto
información al ser un zorro. – yo asiento a lo que dice. – Ese pensamiento fue
sobre nosotros. Bueno sobre ti.
-
¿Ah
sí? Pensé que sería algo sobre usted. ¿Y de qué se trataba? – digo
despreocupadamente.
Algo que ese hombre pensara de mí no me
importa mucho, pero me da curiosidad que a Kitsune-san le haya llamado la
atención como para sacar el tema.
-
Pensaba
que, de todos nosotros, el que más le daba miedo eras tú.
-
¿En
serio? ¿Por qué? Bueno, yo fui quien lo mató.
-
No
fue por eso. A mí también me pareció raro por un segundo porque, después de
todo, yo era quien estaba llevando a cabo una venganza. Pero luego lo entendí.
Él se queda en silencio por unos segundos,
para luego mirarme detenidamente. Yo espero a que me diga la respuesta.
-
Es
porque tú no sentías nada con lo que hacías. Él podía entender que yo lo odiara
o que Armando fuera un sádico que disfrutaba con su dolor. Pero no entendía que
para ti todo fuera tan natural y tan mundano.
-
Oh…
Bueno, es verdad que no sentí nada respecto a él. Pero sí respecto a usted,
Kitsune-san. Siempre siento cosas por usted.
-
Lo
sé, por eso me gustas tanto. – dice, besándome suavemente en los labios. –
Pero, a decir verdad, yo también encuentro extraño eso de ti. Desde que me
aceptaste así, lo noté.
-
¿Le
molesta? – pregunto preocupado. – Si es algo que le molesta, puedo intentar
cambiarlo.
-
No,
tontito, me fascina. Es lo que te hace interesante y lo que me hace quererte.
Tengo suerte que justo tus únicos sentimientos sean sólo para mí.
Nuevamente sella mis labios con los suyos,
ahora con más fuerza y pasión que antes, la cual yo devuelvo el doble. Para ser
sinceros, yo también creí que era extraño. Cuando veía las miradas de placer
sádico de Armando y Kitsune-san, me preguntaba porque yo no sentía lo mismo que
ellos al ver a Sudou así. También me preguntaba porque no sentía culpa o dolor
por lo que pasaba. Simplemente estaba ahí, con unos únicos sentimientos por
Kitsune-san, que me llevaban a obedecerlo y a estar feliz con todo lo que
pasaba.
Tal vez Sudou tenía razón.
Tal vez yo era el que daba más miedo.
Porque eso significaba de
que era capaz de casi todo.
Ahí fue cuando me di cuenta
de que era un verdadero psicópata.
>w< Quien diría que Yoshio sería el más cruel (por decirlo asi) Me gusta como es de perrito faldero y solo le importa Kitsune, que tierno.
ResponderBorrarAunque me esperaba la narracion del trio xD
Sí que es como un perrito faldero XD También encuentro lindo que sea así >w< Iba a escribir la parte del trío, pero me iba a quedar muy largo el cap si la hacía XD Tal vez haga algún mini cap extra con eso, o simplemente lo dejaré para después XD
Borrar