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domingo, 1 de marzo de 2015

Malice Series one-shot - Segundos

"Segundos"
por Himutako Mizumi

Etiquetas: romance
Rating: T


Muchas veces había oído aquella frase que dicen los románticos, que un segundo te puede cambiar la vida. Es una estupidez, decía yo. No puede ser que una fracción de tiempo tan pequeña pueda significar algo tan grande. Y lo creía con mayor convicción cuando se referían a que ver a una persona, desconocida, por sólo un segundo, podía cambiar tu vida.

Eso pensaba, hasta hoy.

Había sido un día muy normal, aburrido como todos los otros. Como siempre, iba pensando en lo tedioso del día a día, mientras iba a pagar unas cuentas al banco más cercano a mi hogar. Como siempre, pensaba en que en mi vida no había nada interesante, nada que valiera la pena. Y más encima, había sucedido algo desagradable el día anterior. Me llevé una mano a la cabeza, sintiendo como faltaba mucho cabello en los cortos mechones que me tocaban los hombros. Maldita de mi madre, que me obligó a llevar un look de verano que yo no deseaba. Aun así, todos me habían dicho que me veía hermosa, pero yo sé que no es así. Suspiré, como lo hacía prácticamente todos los días de mi vida.

Y entonces lo vi. En una fila a mi lado estaba un hombre de cabello claro y ojos de un curioso color. Claramente era extranjero. Mi respiración se aceleró al ver su rostro. No porque fuera apuesto, aunque sí que lo era, pero era por algo más. Sentía que lo conocía de toda la vida, y que debía saber quién era. No debía separarme de él. Era estúpido, era todo lo estúpido que yo siempre dije que eran los amores a primera vista, pero no podía mentirme a mí misma cuando estaba sintiendo esas extrañas sensaciones en carne propia.

Pareció una eternidad cuando se dio vuelta a mirarme. Me avergoncé un poco de que tuviera de devolver la mirada por la insistencia de la mía. Me sonrió y me dijo algo muy inesperado: algo que alguien que no me conociera no hubiera dicho.

- Se vería mejor con el cabello largo, señorita.

Me quedé parada ahí, sin decir nada. Probablemente una sonrisa tonta se formó en mis labios. Por esto, me percaté tarde de que ese hombre estaba terminando sus trámites, y se marchaba del banco como si nada.

El momento más importante de mi vida había pasado en unos segundos. Ni siquiera debe haber sido un minuto, aunque para mí se sintió eterno, un momento inmortal. Ahora él se ha ido, y no sé nada de él, no tengo como encontrarlo ni sé si volverá a este banco. No lo creo, porque siempre vengo aquí a pagar las cuentas y recordaría haberlo visto antes. Mi vida había empezado en esos segundos y ahora se terminaba... No voy a dejar que termine.

Por eso estoy aquí ahora, en medio de la oscuridad de este banco desierto. Estuve todo el día rondando el banco, esperando a que cerraran, y luego esperando a que un guardia de seguridad se descuidara aunque fuera un momento. Cuando sucedió, yo estaba lista para atravesar esa ventana que él dejó abierta por un momento para pasar el calor. Debido a asaltos anteriores a este lugar, siempre supe que la seguridad no era muy buena, y que la bóveda del dinero es el único lugar del recinto que cuenta con alarmas. Perfecto, porque no es el dinero lo que me interesa aquí.

Avancé sigilosamente por la oscuridad. Mamá siempre decía que mis pisadas eran como las de un gato. Nadie podía oírme llegar. Además siempre he sido bastante atlética, por alguna razón. Nunca pensé que utilizaría esas habilidades alguna vez, menos para algo como esto. Pero aquí estoy, entrando clandestinamente a los archivos del banco.

Lo primero que hago es borrar las grabaciones de las cámaras de seguridad. Estoy bien equipada, nadie notaría que soy yo, pero de todos modos prefiero asegurarme. Luego me meto en los archivos de la computadora. Me aseguro de que sea la misma que atendió a ese hombre hoy. Verifico la hora de la transacción y todo calza. Hay un nombre y una dirección. Perfecto. Siento que el corazón me da un vuelco. Podré verlo de nuevo.

- ¿¡Quién está ahí!?

Tal parece que los guardias, que estaban haciendo las rondas de este turno, vieron la luz del computador encendido. Lo apago de golpe y me oculto. Ellos entran, con sus armas en la mano. Todo ocurre muy rápido: en una fracción de segundo, uno de ellos está en el suelo debido a una sacandilla mía, que seguramente no vio venir al ni siquiera haberme visto ahí. Su pistola cae al suelo, y antes de que el otro guardia detectara mi posición, ya he puesto una bala en su pecho. Ambos están en el suelo. No puedo dejar que me vean o que me atrapen. Por eso pongo dos balas en la cabeza de cada uno, y ambos se quedan inmóviles.

Y me doy cuenta. Los he matado. Los he matado sin pensar. Mi cuerpo se movió mecánicamente, como si disparar no fuese nada. Es verdad que siempre me han gustado las armas, y que practiqué tiro al blanco por un tiempo, porque me gustaba como se sentía disparar con una pistola. Era muy buena en ello. Pero nunca pensé en matar a nadie.

Suspiro de forma excesiva, tratando de calmar los latidos de mi corazón. Nunca pensé que esto se podría sentir tan... bien. Siento un calor extraño recorrer mis entrañas, diciéndome "estás viva". Ese hombre fue lo primero que me hizo sentir viva de verdad, y ahora esto. La sensación, igual que el ver a ese hombre, duró sólo unos segundos. Pero sí que valió la pena. Respiro profundo, reteniéndola lo más que puedo.

Pero ahora debo partir. Dejo ambos cadáveres atrás, con la nota que escribí, con su nombre y dirección, en mi mano. Voy a verte en este momento.


No fueron segundos los que pasaron en mi trayecto entre el banco y su dirección. Las mejores cosas de la vida pasan en segundos y las más aburridas y angustiantes parecen durar horas y horas. Tenía razón en que él vivía lejos, pero ya casi estoy ahí.

Unos golpes impacientes a la puerta. No tuve ni tiempo de pensarlo más o de ponerme nerviosa. Ahí está él, sonriendo ampliamente. Una sonrisa que creo conocer.

- Te estaba esperando. Sabía que vendrías. ¿Quieres empezar a vivir?

Las siguientes sensaciones que me indicaban que realmente estaba viva, desde ese momento, no duraron sólo segundos. Con él, todo es eterno.


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