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miércoles, 27 de mayo de 2015

Malice Series One-shot - Peligro acechando

Una pequeña historia que escribí para el aniversario de Yaoi Niwa =) Aún tengo que hacerle la ilustración u.u Es en el mismo universo de "Buscando consuelo". Tal vez algún día escriba la historia completa XD Ah y es parte de dos cosas: primero, es parte de mi desafío de los 100 temas (es el 25), y segundo, fue hecha a partir de una frase que me dio Yaoi Niwa, y pienso hacer mini historias con cada una de las frases n.n



***†***

"Peligro acechando"
por Himutako Mizumi


Manos bañadas de rojo. Pupilas dilatadas, mirada salvaje. La realidad desciende sobre mis hombros, pesada, insoportable. Tu padre ya no está en este mundo, querido mío. Y no es su pérdida lo que lamento. Lo que lamento es haberlo hecho partir con mis propias manos.

Me dirijo a nuestra casa. No me arrepiento por él: si decidí matarlo fue porque lo merecía, porque te hizo sufrir por años, y ahora quería volver a tu vida. Obviamente no iba a permitirlo. Tampoco es porque sea un crimen, o porque no me sintiera capaz de terminar con una vida. A estas alturas, puede que sólo mi vida y la tuya me importen, ninguna más. ¡Sí, es por eso! Es porque nuestras vidas me importan que me arrepiento de lo que hice. Por esto, podrían separarme de ti. La cárcel no me asusta, la sangre fluyendo entre mis dedos tampoco. Es la posibilidad de estar sin ti lo que me tiene aterrado.

El frío me congela hasta los huesos. Apuro el paso, para que nadie se dé cuenta. Ahora, la puerta frente a mí me presenta un nuevo desafío. ¿Y si no es la policía la que me aleje de ti, si no tú mismo? Claramente no le odiabas. Aun con todo, es la persona que te crió. Sería lógico que no quisieras verme más. Eso no podría aguantarlo. Retrocedo un paso y me detengo. No puedo huir. Si no te veo, nada tendrá sentido. Aunque me rechaces, debo verte una vez más.

Giro la perilla. Lentamente, abro la puerta e ingreso en la oscuridad del departamento. Pero mi esfuerzo por ser silencioso es en vano. Unos delgados brazos me estrechan por detrás, en cuanto volteo a cerrar la puerta. Me quedo congelado ahí mismo, esperando a que tu calor me haga sentir vivo de nuevo. Cierro los ojos e imagino lo peor.

"¿Estabas con él...?" Rompes el silencio, con una voz muy leve. Yo asiento con la cabeza, en silencio. Te aferras más a mí. "Qué hiciste...?"

"Acabé con él."

Ni un solo titubeo. Una respuesta seca y decidida de mi parte. Ya sabía que soy un desgraciado. Tú también lo sabes. Aun así, continuaste queriéndome. ¿Seguirás queriéndome ahora?

Más silencio. Te separas de mí, y el pánico se apodera de mi ser. Volteo y me encuentro con tu rostro lleno de lágrimas. Ah, te he quebrado una vez más. Ya no me perdonarás. Intento marcharme, huir de mi fantasía de un horrible futuro. Uno sin ti.

Pero, para mi sorpresa, tú me retienes del brazo. Luego, inmutable, limpias la sangre de mis manos con tu ropa.

"Ahora ambos estamos manchados." Una sonrisa débil se esboza en tus labios.

No puedo creerlo. "No hagas eso. No has hecho nada malo. Yo lo hice, es mi pecado."

Aun así, dejo que tus delgadas manos limpien la sangre. Se siente bien, como si pudieses purificarme. Pero sé que no es así. La sangre quedará impregnada para siempre.

"Lo hiciste por mí."

"¡Lo hice por celos, lo sabes! ¡Porque eres mío y de nadie más!"

Te boto al suelo de un manotazo. He vuelto a hacerte daño. Me agacho a tu lado, esperando una cachetada de vuelta, o que te alejes con miedo. Pero tan sólo me miras con una sonrisa triste. Me estrechas entre tus brazos y apoyas mi cabeza en tu pecho. Calidez y una fragancia extraña, deliciosa, que nunca he podido definir, me envuelven. No puedo evitar sollozar, quebrándome finalmente.

"Tranquilo, no me voy a ir jamás. Aquí estoy."

Nunca he podido entender bien lo que pasa por tu mente. Reaccionas diferente a cualquier otra persona. No es fácil estar junto a un hombre como yo, inestable, medio psicótico, que no sabes cuando la amabilidad cambiará a violencia, pero aun así tú me miras con ternura. Con profundo dolor, sí, pero también con enorme cariño.

"¿Por qué no me odias...? ¡Yo... maté a tu padre...!"

"Tú eres todo lo que me importa, no necesito nada más." Tus besos de mariposa cubren mi nuca. Estoy retorciéndome en espasmos. Me sostienes con fuerza.

"Me van a encontrar... ¡Me van a separar de ti...!"

"Eso no pasará, no dejaré que suceda. Confía en mí. No importa lo que hagas, no importa cuán inestable estés, siempre estaremos juntos." No puedo ver tu rostro, pero la decisión inquebrantable de tu voz me causa escalofríos.

Luego de unos instantes entre tus brazos, los violentos espasmos que sufre mi cuerpo comienzan a calmarse. No merezco nada, soy un asesino. Peor aún, te hago daño, no puedo ser la pareja que mereces, por más que lo intente. Pero aquí estás, a pesar de todo. Abrazando al asesino de tu desgraciado padre. Tranquilizando al inestable que acaba de golpearte. Me aferro más a ti. Jamás te dejaré ir. Sólo tu amor mantiene la poca cordura que me queda. Por eso sigue amándome.

Pero por sobre todo, ámame cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito.

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