He aquí el capítulo del mes, esta vez narrado por Armando =D Me costó escribirlo en un principio, pero de la mitad para adelante fluyó en unas pocas horas o.o XD Aquí está la foto del capítulo (una vez que lo lean sabrán porque es este dibujo):
(Armando y Kitsune)
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Sodom ~ Tsumibito no Miyako
by Himutako Mizumi Himutako
Capítulo 04: La red de la araña
Rating: M (por: relaciones sexuales, violación, esclavitud)
-
¡Entra! Y no hagas mucho
ruido.
No puedo
evitar mandarlo, aunque sé que no puede moverse y que el ruido que hace es
ínfimo. Tan sólo puede retorcerse dentro del capullo en donde lo introduje. Ni
siquiera puedo ver bien su rostro. ¿Por qué? Porque pensé que tal vez me
alteraría el ánimo mirarlo a la cara, y deseaba llegar a mi departamento sin
contratiempos.
Lo lanzó
contra el suelo de la sala. Seguramente no se hizo daño: así de envuelto debe
estar. Mi corazón late muy deprisa. Había esperado esta oportunidad por años.
Desde que me abandonó, no volví a saber de él. Tuvieron que pasar un par de
años para que por fin, hoy, volviera a verlo. Para que pudiera vengarme de él…
Estaba convencido de que eso era lo que quería.
Me
apresuro a desprender los infinitos hilos que cubren su rostro. Con un
movimiento de mi mano, estos lo dejan libre esa parte de su cuerpo. Que
conveniente es este poder que me dio Schwarz. O que él desarrolló en mí, en
verdad.
-
Me estaba costando trabajo
respirar. No creo que quieras que me muera aún, ¿verdad?
-
Yo no te he autorizado para
que hables, pero responderé. La verdad es que, sí, no quiero eso. Quiero hacer
muchas cosas antes de eso.
-
Sí, lo que tú digas. Termina
pronto con esto.
¿Por qué
se ve tan tranquilo? ¿Es que se ha resignado? Puedo ver una mirada desafiante
en esos hermosos ojos grises. Tiene la misma actitud altanera de cuando me
abandonó. Y eso que se veía tan inocente antes de que sucediera eso…
-
No te ves sorprendido como
cuando recién te atrapé. ¿Cómo procesaste como natural a este poder tan pronto?
-
Porque fue Gaderiel quien te
dijo que existía, ¿no?
-
¿¡También conoces a Schwarz!?
-
Sí, y bastante más que tú.
Debo ser la persona que más lo conoce actualmente.
-
¿¡Eso quiere decir que ese
bastardo me engañó!? ¿¡También es tu amante y se están tratando de burlar de mí
juntos!? ¡Eso no lo voy a permitir!
-
Y si así fuera, ¿qué? Tú no
eres mi dueño, nadie lo es. No tienes derecho a reclamarme nada, y yo no fui
quien se acercó a ti ahora. Si Gaderiel te dijo algo, eso es cosa suya.
-
¿Entonces también lo
abandonaste a él y quiere que yo me vengue por él?
-
Si quieres creer eso, está
bien.
-
¡No me contestes así!
Pateo
con fuerza su estómago, logrando que bote un poco de sangre de la boca al
morderse por tratar de retener un alarido. Sé que no es de nadie, pero él debía
ser mío. Así lo había dicho él mismo. Pero si no quiere ser mío, lo haré mío a
la fuerza. En ese entonces, yo estaba muy aturdido por el engaño del que me
hizo víctima. Ahora que pasó el tiempo, me recuperé. Otra vez soy un hombre
poderoso y capaz de todo. No dejaré que te rías de mí una vez más.
-
¿Recuerdas como nos conocimos
en ese bar? Era raro que un chico tan hermoso como tú estuviera solo. Debí
suponer que era apropósito.
-
Claro que era apropósito. Como
dices, yo nunca estaría solo sin una razón.
-
Los hombres siempre te
miraban. No pasabas desapercibido en ningún lugar. Tu apariencia también me
capturó.
-
Lo sé. Era obvio que
sucedería.
El
corazón me da un vuelto al oírlo hablar así. Es tan diferente a como era antes.
¿Cómo pude caer en esa actuación de niño bueno? Me decía que no tenía nada, que
apenas tenía para vivir. ¿¡Por qué no me di cuenta de que iba atrás de mi
dinero!?
- Tú me engañaste. Y ahora debes pagar por eso.
Lo tomo
firmemente del cuello, y con un movimiento de mi mano, hago que los hilos aten
sus manos al techo y sus piernas a la mesa, abiertas de par en par. Que
hermosas piernas… Siguen tan perfectas como siempre, igual que el resto de su
cuerpo. Acaricio lo que no está cubierto por las medias largas. Rompo los
cortos shorts que anda trayendo, con la fuerza de los hilos que se introducen
entre sus ropas. Me deshago del corset con más paciencia. Aprovecho de
pellizcar sus pezones cuando veo la piel descubierta.
-
¡…! Detente. Ya sabes que
estás cosas no me gustan.
-
¿Seguro que no te gustan? Sé
cuan débil eres al placer.
-
Cállate… ¡Nnn…!
Aprieto
con fuerza uno de sus pezones, y veo como un sonrojo cubre sus mejillas por la
excitación. También la veo entre sus piernas. Me mira disgustado por mi sonrisa
confiada y pervertida. Pero, ¿cómo no mirarlo así? Esos ojos grises me
hipnotizan, aún más que antes.
Lo tomo
firmemente del rostro y junto mis labios con los suyos, introduciendo
rápidamente mi lengua entre ellos. Oh Dios, hace tanto que no probaba este
sabor. Exquisito, adictivo… Creo que metí mi lengua hasta su garganta, por la
mirada de enfado que me dirige después de que nos separamos.
-
Te he dicho que no me gustan
los tratos brutos. Soy delicado, ¿lo sabías?
-
¿Delicado, dices? ¿Tú, que te
metías con cuanto hombre se te cruzara por el frente, todos lo días? No me
vengas con esa mierda.
-
¡Oye! ¡No estaba con cualquier
hombre! ¿Qué sentido tiene hacerlo si no me van a pagar? – le pego una bofetada
al oírlo hablar así. ¿¡Cómo se atreve!? - ¡Idiota! ¡Nunca me golpees en la
cara!
-
¡Yo hago lo que quiero contigo
ahora! ¡Me lo debes! ¡Desde ahora te quedarás amarrado aquí, en este departamento,
sirviéndome sólo a mí! Y no creas que tendrás los lujos que nosotros, tus
amantes, te dábamos. Nunca más.
Quería romperlo. Quería tenerlo.
No entendía porque su actitud verdadera me excitaba
más que la anterior.
Estaba
preparado para esto. De alguna forma suponía como actuaría. Y sé también que
ciertas cosas lo perturban y le desagradan. Me pongo de pie y él me sigue con
la vista, sin decir nada, expectante sobre lo que voy a hacer. Abre un poco más
los ojos al ver que me devuelvo con una bolsa de plástico.
-
¿Sabes que tengo aquí? Cosas
que te harán sentir muy bien…
-
¿Ah sí? ¡…!
Lo veo
abrir más los ojos cuando nota los variados juguetes sexuales que se encuentran
al interior de esa bolsa. Sé cuanto le molestan estas cosas. No es que le molesten
los juguetes en sí, si no que alguien los use a la fuerza con él. Aunque sea
quien recibe, él siempre domina (de eso me di cuenta de a poco, aun cuando
estuvo actuado todo el tiempo como un niño inocente).
-
No te atrevas… sabes que no me
gustan esas cosas, ¡y ahora que ya sabes como soy en verdad, puedo gritártelo
en la cara…!
-
¡Quieto!
Con mis
hilos aprieto un poco su cuello, lo suficiente para que se quede quieto y para
que no se ahogue. Sin hacer caso a sus reclamos, saco un dildo de gran tamaño
de la bolsa.
-
No… ¡No…! ¡Nnn…! – De nuevo
intenta atrapar los sonidos que quieren salir de su boca, cuando introduzco eso
sin prepararlo para nada.
-
¿Qué tal?
-
¡Sabes que no me gusta tener
cosas dentro sin lubricación!
-
¡Silencio! Será mejor que lo
disfrutes y doblegues tu orgullo pronto. Por tu bien digo.
-
¿Quién haría eso…? ¡Nnn…!
Con mi
mano, empiezo a mover el dildo dentro de él, mientras aprieto el botón de
encendido. Un fuerte espasmo le recorre el cuerpo, y su entrepierna reacciona
aun más que antes. Por fin puedo admirar ese rostro sonrojado por el placer,
con una mirada de profunda ira y odio. Aun no cumplo mi objetivo, pero este es
el primer paso.
Tenía que ser mío, aunque me odiara.
-
Déjate llevar. No puedes
ganarme. Recuerdo todos los lugares en que te sientes mejor. No podría
olvidarlos.
-
¡Nunca…! ¡Iyaa… no hagas eso…!
Presiono
el vibrador contra ese punto que sé que tanto le gusta. Ya no puede retener los
sonidos. Suaves y deliciosos gemidos salen de sus sonrosados labios. Dios.
Extrañaba tanto estos sonidos. Se supone que debería descargar más mi ira, pero
en vez de eso sólo siento calentura, y además, un sentimiento extraño que no
había sentido antes. ¿Por qué, cuando actuaba con un niñito bueno y inocente,
no sentí esta ternura? Ahora que está tratando de hacerse el fuerte y
dominante, pero que esté empezando a fallar en esto me causa un profundo
sentimiento de calidez.
Algo extraño me estaba pasando, y no entendía que
era.
Aunque era algo bastante deducible, ahora que lo
pienso.
Por esta razón, no puedo evitar dejar de
lado un poco mi plan, y me acerco a besar sus labios lentamente, saboreando
cada parte de su boca con paciencia. Él me mira confundido. Pero yo estoy
todavía más confundido que él.
-
¿Por qué ahora…?
-
¿Eh?
No se lo
voy a explicar. O sea, tampoco es que yo lo tenga claro. Además arruinaría mis
planes. Por lo que decido dejar de lado la ternura, y, en vez de eso, dejarme
llevar por la pasión. Sí, hace tiempo quería sentir esta boca en mí. Por lo que
bajo el cierre de mi pantalón y dejo salir mi enorme erección.
-
¿¡Qué haces!? ¡Sabes que no
puedes hacer eso conmigo! ¡Maldito bastardo de…! ¡Nrgh…! – lo callo metiendo mi
pene en su boca.
-
Mejor toma esto. Es lo único
que sabes hacer, ¿no? Por eso engañas a los otros. Porque sabes que lo único
bueno que tienes es este cuerpo delicioso y su habilidad para el sexo. ¡Así que
lame bien, perra, como bien sabes hacerlo!
-
¡Nrghh…! ¡Nnn…!
Tal
parece que sabe que todo terminará más pronto si hace que me corra, por lo que trata
de concentrarse en la tarea. Pareciera también que está tratando de ignorar la
situación para no sentirse humillado. No te lo dejaré tan fácil. Tengo tiempo.
Mucho tiempo de sobra. Pero cada día debo humillarlo un poco más. Hasta
romperlo. Así tendré mi venganza. Esto se siente tan bien, en todos los
sentidos.
-
¡No creas que te librarás tan
fácil! – con una mano empujo más su cabeza hacia mí, y con la otra piso
bruscamente su entrepierna, haciendo fricción.
-
¡¡Nnn!! – otra vez esos
gemidos exquisitos. Se nota que lo está disfrutando, para su pesar. Libero su
boca de mi pene para poder escucharlo más.
-
¿Ves? Sólo sirves para esto.
Por eso tu cuerpo no se resiste al placer, por más que odies que dominen y te
obliguen a hacer estas cosas.
-
¡Eres un…! ¡Ahhhh…! ¡Detente,
no!
Subo más
el nivel del vibrador, mientras me masturbo cerca de su rostro. De su bello
rostro de muñeca. Al hacerlo, sus gemidos suben en nivel. Está por correrse, lo
sé. Pero aun así sigue con esa mirada desafiante.
Aun así,
él se corre con fuerza sobre el suelo. Al escuchar esos sonidos, ver su hermoso
rostro contraído por el placer, hacen basta sólo unos cuantos segundos más para
que me corra en todo su rostro. Tiene la mirada perdida. Pareciera que perderá
la conciencia en cualquier momento.
-
Está bien por hoy. Poco a poco
te iré quebrando.
-
¿Por qué…? ¿Por qué… igual que
esos…?
Pero no
alcanza a decir más. Ha perdido la conciencia. Bueno, como dije, ya tendré
tiempo para romperlo. Y para saber a que se refería con esa última frase.
Antiguos clientes.
Como todos los días, fui a verlo al
departamento que yo le compré. Pero esa vez me desocupé antes del trabajo, por
lo que no fui a encontrarme con él a la hora de siempre. El error de Kitsune
fue no pensar en la posibilidad de que yo pudiera llegar antes a verlo. No
debería haber traído a uno de sus amantes a un lugar que otro de ellos conocía.
Si hubiera sabido lo que iba a
encontrar ahí, no hubiera llegado tan feliz, con una pequeña cajita con un
costoso anillo de platino en las manos. No tuve que tocar: tenía una llave
desde antes de entregarle el departamento. Probablemente no hice ningún ruido.
Después de todo, quería darle una sorpresa. Pero la sorpresa me la llevé yo. En
esa habitación, en la que tantas veces estuve con él, ese día, estaba él con
otro hombre.
-
¿Qué…?
-
Armando… - no parecía demasiado sorprendido. El otro hombre, en cambio,
parecía que iba a vomitar en cualquier segundo.
-
¿¡Ese es otro de tus amantes!? ¿¡Por qué no me dijiste que vendría!?
-
… - ahora que lo pienso, el silencio de Kitsune era curioso.
-
¿Otros amantes…? Kitsune, ¿qué está pasando?
-
¡Lo siento! ¡Permiso! ¡Te hablo después, Kitsune-chan!
El sujeto se marchó rápidamente.
Como estaba en shock, no pensé ni en detenerlo. Lo único que quería era una
explicación de porque ese hombre lo estaba besando y desvistiendo. ¡Él era mi
pareja!
O eso se suponía.
-
Que cobarde es. Además le dije que no me gustaba que me dijeran
Kitsune-chan. Supongo que fingirle que era un prostituto y a la vez era un niño
tierno e inocente no fue conveniente. Así no podré amenazarlo cuando me llame
así.
-
¿De… de qué estás hablando…? ¿¡Quién era ese hombre!?
-
No grites. No hay necesidad de gritar.
-
¿¡Cómo que no!? ¡Acabo de verte besando a otro hombre! ¡Siendo desvestido
por él!
-
¿Y? Tú no eres mi dueño.
-
¡Claro que lo soy! ¡Tú mismo lo decías!
-
Sí, y tú te creías cada una de esas mentiras.
Me hervía la sangre al oírlo reírse
así. Y dolía, dolía mucho. No sabía porqué, pero todo mi cuerpo estaba
fallando. No procesaba bien lo que Kitsune decía. La respiración se me
aceleraba, al igual que el corazón. Tal vez así se siente volverse loco.
-
Yo soy un prostituto, Armando. – ya no me decía “Armando-san” como antes. Pero
no sé porque eso no me dolía. Todo era tan extraño… - Desde hace mucho tiempo
que lo soy.
-
Mentira. ¡Mentira! ¡Tú me dijiste que eras mío!
-
Jamás he sido de nadie. Y tampoco lo seré.
Destruir. Es en todo lo que
podía pensar en ese momento. En destruir todo a su alrededor, matar a
cualquiera que pudiera tocarlo. “Así que no era un niño inocente”, pensaba yo.
Pero eso no importaba. No sé porque no importaba, ahora que lo pienso. No sabía
como reaccionar. Sólo podía escuchar como me despreciaba.
Hubiera preferido que me odiara,
a que me despreciara e ignorara como lo hacía en
ese momento.
-
Como cualquiera, fuiste una mera herramienta para mí. Y te saqué muchos
beneficios, ¿no crees? Este departamento está a mi nombre y ya lo vendí.
Trasladé todas mis cosas, incluyendo las otras cosas que me diste, a otro lugar.
-
¿Qué…? ¿Ah…?
-
Podrías dejar de balbucear como un idiota, en primer lugar. ¡Ah! Y te saqué
la mayor parte del dinero que había en tus tarjetas de crédito. Espero que no
te moleste, ja ja.
Aún con esa risa sarcástica, yo
no reaccionaba. Sólo podía ver como se marchaba. Como pasaba por mi lado,
susurrándome al oído antes de que mi vida y mi cordura colapsaran.
Estaba arruinado y lo había perdido. Ya nada tenía
sentido.
-
Adiós, baka-san.
-
¿Tienes idea de cómo la pasé
luego de que te fuiste?
Los días
han pasado. Creo que ya debe haber pasado una semana desde que lo traje aquí y
desde entonces hemos estado encerrados aquí los dos juntos. Todo el trabajo lo
he delegado vía celular. Cada hora la paso junto a él. Como debía haber sido
desde siempre. Sí, me empezado a dar cuenta del porqué de ciertas reacciones
que he tenido en todo este tiempo.
-
Luego de que me dejaste, yo
estuve en shock por varias horas. Aun así pude llegar a mi departamento. Me
senté en mi cama por horas, hasta que la furia me invadió y destruí muchas
cosas de mi casa, hasta que el dolor causado por los vidrios rotos me devolvió
un poco la consciencia.
Él no
puede responderme. Lleva una mordaza en la boca. Su piel está herida por los
miles de hilos que he usado para retenerlo. Mientras lo penetro por enésima
vez, continúo con mi monólogo, con la esperanza de que me escuche, y también de
desahogarme.
-
Pasé un año entero dedicado al
alcohol. Lo había perdido todo, a mi fortuna, a ti… Me lo robaste todo. Mi
vida, mi salud, mi cordura… Y yo que pensaba que eras un pequeño inocente. Tan
sólo eras una puta que no merecía nada de mí. Nada de nadie.
Siento
una pequeña reacción en él, seguramente causada por mis palabras. Me pregunto
si le habrá dolido aunque sea un poco. En todos estos días lo he humillado de
muchas maneras. Obligándolo a que cada vez que tenga que orinar lo haga en
frente de mí. Yo lo llevo al baño y lo observo. Lo hice comer del sueño todos
los días, de un plato para perro que compré para él. Si desea dormir, debe hacerlo
amarrado de cabeza, hasta que se despierte por el dolor y deba llamarme. Además
de muchos otras obligaciones sexuales que me debe.
Aun así, todo era en vano.
-
Sin embargo, al recordarte,
sentía un gran dolor. Sentía como si hubiera perdido un pedazo de mi ser. No
podía hacer nada en todo el día más que beber y meterme en riñas con otros
ebrios. Era patético, me odiaba a mí mismo. Pero el alcohol era lo único que me
entumía lo suficiente como para evitar el dolor excesivo, y que terminara
descargando mi sufrimiento sobre la vida de alguien más. Me hice tan
dependiente que, cuando intentaba dejarlo, tenía alucinaciones.
Mi
cuerpo tiembla con sólo recordarlo. Él logra por fin sacar la mordaza de su
boca, pero difícilmente puede hablar. Lo único que sale de su boca son gemidos
y quejidos debido a la herida entre sus piernas que en todos estos días no ha
tenido oportunidad de cerrarse, a causa de mis constantes embestidas al
interior de su cuerpo.
-
Las personas se transformaban
en zorros. Horribles zorros que me miraban y se reían de mí. Igual que tú…
-
¡Ahhh…! ¡Detente de una vez!
-
¡Pero logré superarlo! ¡Aun
con las alucinaciones y los asquerosos malestares, yo pude salir adelante!
¡Ahora soy un exitoso administrador de una de las más grandes cadenas de
casinos del mundo! ¡Todo para poder encontrarte una vez más!
Se suponía que era un hombre exitoso.
No sabía lo
que era el éxito en ese entonces.
-
Sa- ¡ahhh! ¿…Sabías que
vendría a… ¡aaahhh! …a ese casino…?
-
Eso esperaba que hicieras. Así
sería fácil encontrarte. Y lo fue.
-
Gaderiel… Gaderiel dijo… que
harías eso…
Está
intentando no gemir. Aun ahora trata de no ceder al placer. Aunque ya le haya
demostrado varias veces que no puede resistirse. Ese traidor de Schwarz. Si
hubiera sabido que estos dos se conocían, no le hubiera hecho caso. Sin
embargo, gracias a él tengo a Kitsune en mi poder ahora. El que salió engañado
fue esta puta después de todo.
Agradezco con toda mi alma el haberlo conocido.
-
Pero… p-pero aun no pasa nada…
¡aahh, duele…!
-
¿Nada de qué? Y no hagas como
que te duele, si igual ya te has corrido 5 veces, y todas muy seguidas.
-
¿Qué… qué estás tomando para
poder hacer esto…? ¿Cómo es que tienes tanta stamina todavía? Iyaaa…
-
Nada. Supongo que es a causa
de estos poderes de animal que están despertando en mí. Que ese Schwarz
despertó en mí.
Con un
fuerte gemido, Kitsune vuelve a correrse, y su semen cae al suelo frente a él.
Por la presión sobre mi miembro, yo también me corro, pero no sin antes salir
de dentro de él, para poder esparcir mi semen por su blanca espalda. Suelto los
hilos que lo mantienen en el aire, y él cae sin fuerzas sobre su propio semen.
Se ve tan hermoso, todo sucio como debería estar. Con esas heridas en los
brazos y piernas, causadas por mis hilos. Nada demasiado grave. No dejarán
marcas en su piel.
Sin
embargo, su mirada, aunque cansada, sigue igual de desafiante. Aun con todas
las cosas que le he hecho en estos días, en ningún momento me ha rogado
clemencia ni ha derramado una sola lágrima que no fueran las inevitables por el
dolor físico. Ni cuando metí un fierro recién quemado dentro de él me pidió
perdón o piedad.
Era tan frustrante. Era insoportable para una
persona orgullosa
y propensa a la ira como aún lo soy yo.
-
¿¡Por qué!? ¿¡Por qué aun
ahora no lloras!? ¿¡Por qué me sigues desafiando!?
“¿Por
qué eres tan hermoso?” quiero decir, aunque no sé porque. En todos estos días
me he dado cuenta de una cosa. Antes lo encontraba bello, pero era algo
meramente físico. Creía que estaba enamorado, como la mayoría de la gente cree
estarlo y no lo está. En mi errada creencia, pensé en casarme con él. Para eso
era ese anillo. Al recordarlo, me pongo de pie y voy a buscarlo a mi
habitación. Sé que él está demasiado adolorido y agotado como para poder
caminar.
Pero,
como sé ahora, yo no estaba enamorado de él en ese tiempo. Me enamoré cuando lo
vi tratarme como una basura. Cuando mostró su verdadero ser. Me enamoré del
verdadero Kitsune. En estos días, mi deseo por él sólo ha aumentado. Quiero que
permanezca a mi lado para siempre, aunque tenga que encerrarlo en este amplio
departamento. Pero no se lo diré. No le diré que lo amo, porque sólo se
burlaría. No dejaré que se ría de mí una vez más.
En una situación como esa, era peligroso exponer
una debilidad.
Eso corría tanto para él como para mí.
Por eso lo haría de otra manera, aunque me odiara
por ello.
-
Mira lo que tengo aquí. Es un
regalo para ti, por ser un buen esclavo.
-
¿Qué…? – él ve la pequeña
cajita en mi mano. -¿Es… es lo de esa vez…?
-
No te esfuerces tanto para
hablar. Y sí, lo es. Es un anillo, ¿ves? – abro la caja frente a él, y sus ojos
grises parecen brillar al ver el platino. – Antes era la muestra de mi amor por
ti. Ahora es sólo un recordatorio de que eres mi mascota.
A la
fuerza, lo pongo en uno de sus dedos. Como era de esperarse, el grosor de sus
dedos no ha cambiado. Sigue tan esbelto como antes. Lo tomo entre mis brazos y
lo siento sobre mi regazo. Parece una muñequita con lo cansado que esta. Pero
aun así, esa preciosa mirada altanera no se desaparece.
-
No necesito esto. – me
sorprendo al oírlo hablar luego de varios minutos de silencio. – Ya tengo una
especie de “anillo de compromiso”, aunque se lo dejé a Gaderiel para que lo
cuidara.
-
¿¡Aceptaste uno de Schwarz!?
-
No, idiota. – aun puede
tratarme así. Realmente este chico no conoce el miedo. – De mi amante actual.
Su nombre es Yoshio.
-
¿El de la cadena de hoteles?
-
El mismo. Desde que me
conoció, trabajó muy duro para que su fortuna creciera. Es un gran hombre.
Nunca lo
había oído hablar así. ¿Es realmente el mismo Kitsune que me despreció
vilmente? Voz está cargada de ternura. Y ahora puedo notar que es ternura
genuina.
-
Es… es la primera persona que
no me rechazó cuando supo como yo era en verdad. Es más, él ya lo sabía. Y me
amaba así como soy. Fue… impresionante.
Me
hierve la sangre. ¿¡De qué está hablando!? “¡Yo también te amo así!” quiero
gritar, pero no me atrevo. Me pregunto: si yo no hubiera reaccionado como lo
hice, sí me hubiera dado cuenta antes de cual Kitsune era el que amaba, ¿él
hablaría de mí de esa forma? Quien recibiría esa especie de cariño que está
demostrando ahora, ¿sería yo?
Sentía celos. Unos horribles celos que me quemaban
por dentro
y que aun ahora me cuesta controlarlos.
-
Seguramente Gaderiel lo está
reteniendo para que no venga a buscarme. Es él único que vendría a buscarme,
aparte de Gaderiel…
Sus ojos
se ensombrecen por unos instantes. No entiendo bien que está pensando. Sólo sé
que deseo matar. Que quiero arrebatarle ese sentimiento tan dulce que parece
tener por ese hombre. Algo impensable para alguien como él, y que aun así está
tan claro frente a mis ojos.
¡Sólo debes mirarme a mí!
-
¿Tanto… tanto te gusta ese
sujeto…?
-
¿Nn? Bueno, es especial para
mí. Realmente especial. No quiero perderlo por nada del mundo. Y eso que estoy
acostumbrado a perder cosas.
-
¿Y yo? ¿Qué piensas de mí?
-
Que eres un desgraciado que me
ha retenido a la fuerza aquí y me ha humillado como ha querido. ¿Qué más
pensaría?
Así que,
si logra escapar, si lo dejo ir, irá corriendo a los brazos de ese hombre. El
único que ha podido enternecer su corazón. Alguien que no soy yo…
Pero… si
ya no es más hermoso, si no tiene ese cuerpo y ese rostro perfectos, tal vez
ese hombre ya no lo querría. Seguro está hipnotizado por su físico y no por su
personalidad avasalladora y corrupta. Igual a la mía. Sólo él puede entenderme.
No dejaré que me lo quite.
Por esa
razón, tomo uno de los cuchillos que tengo a mi lado, que estuve usando para
distintos propósitos (en general, para abrir paquetes). Lo elevo en el aire con
un sólo propósito. ¿Cómo se llamaba esa leyenda? Kuchisake onna. Un hombre le
deforma el rostro a su hermosa mujer, a quien todos los hombres miraban, para
que nunca nadie se la arrebatara. Eso mismo haré.
Para que nadie pueda apartarte de mí. Abriré los
lados de tu boca.
Nunca nadie volverá a verte a la cara sin sentir
asco o espanto.
Sólo yo estaré ahí para ti.
-
¿Conoces la leyenda de la
mujer de la boca cortada?
A juzgar
por su reacción, sí la conoce. Comienza a retroceder con sus manos, sin poder
ponerse de pie por el miedo y el agotamiento. Nunca lo había visto así. Esa
apariencia sólo me hace desearlo más.
-
Armando, ¿qué haces? ¡Suelta
ese cuchillo, Armando!
-
Nunca nadie más te mirará.
Sólo yo estaré a tu lado, ¿sí?
Cuando
el cuchillo ya va a tocar su piel, mi mano se detiene. Una fuerza invisible
impide que termine mi trabajo. ¿¡Pero qué…!? Siento un aura poderosa salir de
él. Si me fijo mejor, en su espalda hay cuatro colas. Colas de zorro que se
mueven con un viento invisible. Una quinta empieza a surgir, brillante y
hermosa. Es que… ¿¡es qué él también tiene desarrollado el poder de su
animal…!? ¿¡Era ese el objetivo de Schwarz!?
Yo había causado que una de sus colas se
desarrollara.
En ese momento no sabía lo orgulloso que debía
sentirme.
Pero
aparte de alejarme, no me hace nada más. Cuando su aura comienza a desaparecer,
al igual que las colas, puedo ver mejor su rostro. Pero no puedo creer lo que
estoy viendo. Infinitas lágrimas caen por sus mejillas. Su cuerpo tiembla,
indefenso, aterrado. Trata de abrazarse a sí mismo, de cubrirse con sus brazos
para apagar el temor, pero no funciona. ¿Por qué…? Todo lo demás no lo había
hecho ni derramar una lágrima y esto le afecta de esta forma.
Pensé
que disfrutaría verlo así, pero no es así. Me acerco lentamente, tratando de no
asustarlo más. Cuando una de mis manos hace contacto con su cabello, se
sobresalta. Pero no es eso lo que me afecta. En un segundo, unas imágenes
vienen a mi mente. Algo que jamás había visto y que no tenía como recordar. Y
sin embargo es un recuerdo. Uno de nosotros dos. De unos diferentes nosotros.
-
¿¡No lo entiendes!? ¡Yo no puedo envejecer! ¡Soy una mierda de persona! ¡Tú
también lo sabes! ¡Nadie estaría a mi lado jamás si no fuera por este cuerpo!
-
Que dices… yo… yo estaría a su lado…
-
¡¡NO TE ATREVAS A MENTIRME!!
Puedo
sentir en mi cuerpo el dolor causado por el pedazo de espejo que ese otro
Kitsune, de cabello largo hasta la cintura, enterró en el brazo de mi otro yo,
un poco mayor que yo mismo. No entiendo. Esos no somos nosotros. No puedo
recordar algo de cuando yo soy mayor que ahora.
Pero no
tengo tiempo de pensar. Otra imagen viene a mi mente, y esta vez siento que mi
corazón es comprimido con fuerza antes de ver nada.
-
¡Una arruga! ¿¡Sabes lo que es eso!? ¡Se acabó todo! ¡Ya no tengo nada!
Nadie va a quererme… nadie va a estar a mi lado…
-
¡Detente! ¡No es así! ¡Yo estoy aquí, ¿no ves?! – pero él no se mueve. Sólo
se encuentra en una esquina con los ojos en blanco.
-
Ya no hay nada… ¿puedo morir ahora…? Ya nada vale la pena…
-
¿Por qué…? ¿Por qué tiene que ser así? – mi otro yo lo abraza con fuerza y
ternura, pero ese Kitsune no lo escucha. Sólo continúa murmurando suavemente.
Antes de
arriesgarme a tener otra de esas desagradables visiones, envuelvo el cuerpo de
Kitsune con mis brazos, igual como lo hizo mi otro yo con ese Kitsune. Acaricio
su cabello lentamente. ¿Por qué? No era esto lo que yo quería hacer. No era lo
que quería causar. Quiero estar con él, sólo eso. Quería que tuviera todo lo
que quisiera, antes y ahora. Yo me enamoré de una reina, de un bastardo que
miraba a todos por encima del hombro. Porque no entendía lo que sentía, tenía
rabia, me sentía despechado y solo, quería romperlo y lo logré. No podría
arrepentirme más ahora.
Era horrible. No podía soportarlo.
Era la primera vez que tenía visiones, y la primera
vez que lo veía así.
-
No… no me hagas eso… No otra
vez… - ¿Otra vez? ¿Alguien ya intentó hacer esto antes? – Esas chicas se detuvieron
por miedo… Tú sabes de estos poderes… No te vas a detener…
Trata de
alejarse de nuevo, por el miedo, pero yo lo retengo. Él grita, desesperado. Se
retuerce en mis brazos para intentar soltarse, pero no lo consigue. Yo le
susurro “tranquilo” al oído, repetidas veces, y poco a poco se va tranquilizando,
y aferrándose cada vez más a mí.
-
Te amo. En serio. Justo como
eres ahora y como has sido todos estos días. Por eso hice todo esto, para
tenerte a mi lado. Perdóname.
-
¿En serio?
¿Nn? No
parece enojado, y ya no parece asustado tampoco. Es más: parece feliz.
-
¿Me amas? ¿Así? ¿En serio? –
me pregunta eso muchas veces, como un niño confirmando el amor de sus padres. –
Dilo otra vez.
-
Te amo. – yo sólo puedo seguir
confirmándolo. Está feliz, lo sé. Está loco, lo sé. Pero no importa: me quiere
a su lado.
-
No eres como todos esos
hombres que ni siquiera me deben recordar. Tantos que dijeron que me amaban y
luego me olvidaron. Pensé que eras como ellos.
-
Yo también lo pensé, pero no
es así.
-
Lo sé. Ahora lo sé. Tu mano en
mi cabello se siente tan bien. Nee, bésame.
No puedo
evitar cumplir esa orden. Mis labios atrapan los suyos con suavidad. Hace
tiempo que no hacía esto, besar con ternura a alguien. Y eso que se siente tan
bien. No, no es el gesto. Es él.
Cuando
nos separamos, él se ríe suavemente. Suena a que perdió la cordura.
-
¿Sabes? Podría vengarme de
ellos. De ellos, y de esas chicas que me intentaron destrozar. - ¿Chicas? – Tú
me ayudarías, ¿verdad? Entre nosotros tres, podríamos atraparlos a todos y
dales su merecido.
Los
tres… ¿se refiere a ese hombre, Yoshio? Bueno, no importa por ahora. No me
pondré celoso cuando está tan inestable.
-
¿A qué te refieres con darles
su merecido? – pero él no responde. En vez de eso, me hace otra pregunta,
mientras se sube más sobre mí y acerca su rostro al mío seductoramente.
-
¿Te convertirías en un
criminal por mí?
No podía desobedecerlo. Era mi reina.
Las vidas de muchos no valían nada al lado de sus
deseos.
Por verlo feliz, porque siguiera siendo mío como lo
era en ese entonces,
yo atraparía a quien fuera en mi red,
y lo haría pedazos con mis hilos.
*°* Me ha encantado!!! A pesar de que ahora me encuentro sin lentes y los ojos me estan ardiendo :'D Armando es tan controlador, todo porque no quiere perder a Kitsune >w< y este parece que ya lo acepto. "¿Te convertirías en un criminal por mí?" Esa frase es de lo mejor, y el pobre Armando no se puede negar xD ¡¡Sigue así!! (me has causado unos cuantos gritos de fangirl)
ResponderBorrarMuchas gracias n.n Cuida tu vista esos sí XD Sí, Kitsune aceptó que esté a su lado (lo que no quiere vaya a estar solamente con él XD) Ahora se vienen cosas con estos 3 (sí, con Yoshio también), pero no sé si seguir de inmediato con esto o seguir con algo de Jin y Gaderiel. ¡Gracias por el apoyo! =D
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