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jueves, 5 de diciembre de 2013

Sodom - Capítulo 04

He aquí el capítulo del mes, esta vez narrado por Armando =D Me costó escribirlo en un principio, pero de la mitad para adelante fluyó en unas pocas horas o.o XD Aquí está la foto del capítulo (una vez que lo lean sabrán porque es este dibujo):


(Armando y Kitsune)


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Sodom ~ Tsumibito no Miyako
by Himutako Mizumi Himutako

Capítulo 04: La red de la araña

Rating: M (por: relaciones sexuales, violación, esclavitud)


-          ¡Entra! Y no hagas mucho ruido.

     No puedo evitar mandarlo, aunque sé que no puede moverse y que el ruido que hace es ínfimo. Tan sólo puede retorcerse dentro del capullo en donde lo introduje. Ni siquiera puedo ver bien su rostro. ¿Por qué? Porque pensé que tal vez me alteraría el ánimo mirarlo a la cara, y deseaba llegar a mi departamento sin contratiempos.

     Lo lanzó contra el suelo de la sala. Seguramente no se hizo daño: así de envuelto debe estar. Mi corazón late muy deprisa. Había esperado esta oportunidad por años. Desde que me abandonó, no volví a saber de él. Tuvieron que pasar un par de años para que por fin, hoy, volviera a verlo. Para que pudiera vengarme de él…

Estaba convencido de que eso era lo que quería.

     Me apresuro a desprender los infinitos hilos que cubren su rostro. Con un movimiento de mi mano, estos lo dejan libre esa parte de su cuerpo. Que conveniente es este poder que me dio Schwarz. O que él desarrolló en mí, en verdad.

-          Me estaba costando trabajo respirar. No creo que quieras que me muera aún, ¿verdad?
-          Yo no te he autorizado para que hables, pero responderé. La verdad es que, sí, no quiero eso. Quiero hacer muchas cosas antes de eso.
-          Sí, lo que tú digas. Termina pronto con esto.

     ¿Por qué se ve tan tranquilo? ¿Es que se ha resignado? Puedo ver una mirada desafiante en esos hermosos ojos grises. Tiene la misma actitud altanera de cuando me abandonó. Y eso que se veía tan inocente antes de que sucediera eso…

-          No te ves sorprendido como cuando recién te atrapé. ¿Cómo procesaste como natural a este poder tan pronto?
-          Porque fue Gaderiel quien te dijo que existía, ¿no?
-          ¿¡También conoces a Schwarz!?
-          Sí, y bastante más que tú. Debo ser la persona que más lo conoce actualmente.
-          ¿¡Eso quiere decir que ese bastardo me engañó!? ¿¡También es tu amante y se están tratando de burlar de mí juntos!? ¡Eso no lo voy a permitir!
-          Y si así fuera, ¿qué? Tú no eres mi dueño, nadie lo es. No tienes derecho a reclamarme nada, y yo no fui quien se acercó a ti ahora. Si Gaderiel te dijo algo, eso es cosa suya.
-          ¿Entonces también lo abandonaste a él y quiere que yo me vengue por él?
-          Si quieres creer eso, está bien.
-          ¡No me contestes así!

     Pateo con fuerza su estómago, logrando que bote un poco de sangre de la boca al morderse por tratar de retener un alarido. Sé que no es de nadie, pero él debía ser mío. Así lo había dicho él mismo. Pero si no quiere ser mío, lo haré mío a la fuerza. En ese entonces, yo estaba muy aturdido por el engaño del que me hizo víctima. Ahora que pasó el tiempo, me recuperé. Otra vez soy un hombre poderoso y capaz de todo. No dejaré que te rías de mí una vez más.

-          ¿Recuerdas como nos conocimos en ese bar? Era raro que un chico tan hermoso como tú estuviera solo. Debí suponer que era apropósito.
-          Claro que era apropósito. Como dices, yo nunca estaría solo sin una razón.
-          Los hombres siempre te miraban. No pasabas desapercibido en ningún lugar. Tu apariencia también me capturó.
-          Lo sé. Era obvio que sucedería.

     El corazón me da un vuelto al oírlo hablar así. Es tan diferente a como era antes. ¿Cómo pude caer en esa actuación de niño bueno? Me decía que no tenía nada, que apenas tenía para vivir. ¿¡Por qué no me di cuenta de que iba atrás de mi dinero!?

- Tú me engañaste. Y ahora debes pagar por eso.

     Lo tomo firmemente del cuello, y con un movimiento de mi mano, hago que los hilos aten sus manos al techo y sus piernas a la mesa, abiertas de par en par. Que hermosas piernas… Siguen tan perfectas como siempre, igual que el resto de su cuerpo. Acaricio lo que no está cubierto por las medias largas. Rompo los cortos shorts que anda trayendo, con la fuerza de los hilos que se introducen entre sus ropas. Me deshago del corset con más paciencia. Aprovecho de pellizcar sus pezones cuando veo la piel descubierta.

-          ¡…! Detente. Ya sabes que estás cosas no me gustan.
-          ¿Seguro que no te gustan? Sé cuan débil eres al placer.
-          Cállate… ¡Nnn…!

     Aprieto con fuerza uno de sus pezones, y veo como un sonrojo cubre sus mejillas por la excitación. También la veo entre sus piernas. Me mira disgustado por mi sonrisa confiada y pervertida. Pero, ¿cómo no mirarlo así? Esos ojos grises me hipnotizan, aún más que antes.

     Lo tomo firmemente del rostro y junto mis labios con los suyos, introduciendo rápidamente mi lengua entre ellos. Oh Dios, hace tanto que no probaba este sabor. Exquisito, adictivo… Creo que metí mi lengua hasta su garganta, por la mirada de enfado que me dirige después de que nos separamos.

-          Te he dicho que no me gustan los tratos brutos. Soy delicado, ¿lo sabías?
-          ¿Delicado, dices? ¿Tú, que te metías con cuanto hombre se te cruzara por el frente, todos lo días? No me vengas con esa mierda.
-          ¡Oye! ¡No estaba con cualquier hombre! ¿Qué sentido tiene hacerlo si no me van a pagar? – le pego una bofetada al oírlo hablar así. ¿¡Cómo se atreve!? - ¡Idiota! ¡Nunca me golpees en la cara!
-          ¡Yo hago lo que quiero contigo ahora! ¡Me lo debes! ¡Desde ahora te quedarás amarrado aquí, en este departamento, sirviéndome sólo a mí! Y no creas que tendrás los lujos que nosotros, tus amantes, te dábamos. Nunca más.

Quería romperlo. Quería tenerlo.
No entendía porque su actitud verdadera me excitaba más que la anterior.

     Estaba preparado para esto. De alguna forma suponía como actuaría. Y sé también que ciertas cosas lo perturban y le desagradan. Me pongo de pie y él me sigue con la vista, sin decir nada, expectante sobre lo que voy a hacer. Abre un poco más los ojos al ver que me devuelvo con una bolsa de plástico.

-          ¿Sabes que tengo aquí? Cosas que te harán sentir muy bien…
-          ¿Ah sí? ¡…!

     Lo veo abrir más los ojos cuando nota los variados juguetes sexuales que se encuentran al interior de esa bolsa. Sé cuanto le molestan estas cosas. No es que le molesten los juguetes en sí, si no que alguien los use a la fuerza con él. Aunque sea quien recibe, él siempre domina (de eso me di cuenta de a poco, aun cuando estuvo actuado todo el tiempo como un niño inocente).

-          No te atrevas… sabes que no me gustan esas cosas, ¡y ahora que ya sabes como soy en verdad, puedo gritártelo en la cara…!
-          ¡Quieto!

     Con mis hilos aprieto un poco su cuello, lo suficiente para que se quede quieto y para que no se ahogue. Sin hacer caso a sus reclamos, saco un dildo de gran tamaño de la bolsa.

-          No… ¡No…! ¡Nnn…! – De nuevo intenta atrapar los sonidos que quieren salir de su boca, cuando introduzco eso sin prepararlo para nada.
-          ¿Qué tal?
-          ¡Sabes que no me gusta tener cosas dentro sin lubricación!
-          ¡Silencio! Será mejor que lo disfrutes y doblegues tu orgullo pronto. Por tu bien digo.
-          ¿Quién haría eso…? ¡Nnn…!

     Con mi mano, empiezo a mover el dildo dentro de él, mientras aprieto el botón de encendido. Un fuerte espasmo le recorre el cuerpo, y su entrepierna reacciona aun más que antes. Por fin puedo admirar ese rostro sonrojado por el placer, con una mirada de profunda ira y odio. Aun no cumplo mi objetivo, pero este es el primer paso.

Tenía que ser mío, aunque me odiara.

-          Déjate llevar. No puedes ganarme. Recuerdo todos los lugares en que te sientes mejor. No podría olvidarlos.
-          ¡Nunca…! ¡Iyaa… no hagas eso…!

     Presiono el vibrador contra ese punto que sé que tanto le gusta. Ya no puede retener los sonidos. Suaves y deliciosos gemidos salen de sus sonrosados labios. Dios. Extrañaba tanto estos sonidos. Se supone que debería descargar más mi ira, pero en vez de eso sólo siento calentura, y además, un sentimiento extraño que no había sentido antes. ¿Por qué, cuando actuaba con un niñito bueno y inocente, no sentí esta ternura? Ahora que está tratando de hacerse el fuerte y dominante, pero que esté empezando a fallar en esto me causa un profundo sentimiento de calidez.

Algo extraño me estaba pasando, y no entendía que era.
Aunque era algo bastante deducible, ahora que lo pienso.

     Por esta razón, no puedo evitar dejar de lado un poco mi plan, y me acerco a besar sus labios lentamente, saboreando cada parte de su boca con paciencia. Él me mira confundido. Pero yo estoy todavía más confundido que él.

-          ¿Por qué ahora…?
-          ¿Eh?

     No se lo voy a explicar. O sea, tampoco es que yo lo tenga claro. Además arruinaría mis planes. Por lo que decido dejar de lado la ternura, y, en vez de eso, dejarme llevar por la pasión. Sí, hace tiempo quería sentir esta boca en mí. Por lo que bajo el cierre de mi pantalón y dejo salir mi enorme erección.

-          ¿¡Qué haces!? ¡Sabes que no puedes hacer eso conmigo! ¡Maldito bastardo de…! ¡Nrgh…! – lo callo metiendo mi pene en su boca.
-          Mejor toma esto. Es lo único que sabes hacer, ¿no? Por eso engañas a los otros. Porque sabes que lo único bueno que tienes es este cuerpo delicioso y su habilidad para el sexo. ¡Así que lame bien, perra, como bien sabes hacerlo!
-          ¡Nrghh…! ¡Nnn…!

     Tal parece que sabe que todo terminará más pronto si hace que me corra, por lo que trata de concentrarse en la tarea. Pareciera también que está tratando de ignorar la situación para no sentirse humillado. No te lo dejaré tan fácil. Tengo tiempo. Mucho tiempo de sobra. Pero cada día debo humillarlo un poco más. Hasta romperlo. Así tendré mi venganza. Esto se siente tan bien, en todos los sentidos.

-          ¡No creas que te librarás tan fácil! – con una mano empujo más su cabeza hacia mí, y con la otra piso bruscamente su entrepierna, haciendo fricción.
-          ¡¡Nnn!! – otra vez esos gemidos exquisitos. Se nota que lo está disfrutando, para su pesar. Libero su boca de mi pene para poder escucharlo más.
-          ¿Ves? Sólo sirves para esto. Por eso tu cuerpo no se resiste al placer, por más que odies que dominen y te obliguen a hacer estas cosas.
-          ¡Eres un…! ¡Ahhhh…! ¡Detente, no!

     Subo más el nivel del vibrador, mientras me masturbo cerca de su rostro. De su bello rostro de muñeca. Al hacerlo, sus gemidos suben en nivel. Está por correrse, lo sé. Pero aun así sigue con esa mirada desafiante.

     Aun así, él se corre con fuerza sobre el suelo. Al escuchar esos sonidos, ver su hermoso rostro contraído por el placer, hacen basta sólo unos cuantos segundos más para que me corra en todo su rostro. Tiene la mirada perdida. Pareciera que perderá la conciencia en cualquier momento.

-          Está bien por hoy. Poco a poco te iré quebrando.
-          ¿Por qué…? ¿Por qué… igual que esos…?

     Pero no alcanza a decir más. Ha perdido la conciencia. Bueno, como dije, ya tendré tiempo para romperlo. Y para saber a que se refería con esa última frase.

Antiguos clientes.


     Como todos los días, fui a verlo al departamento que yo le compré. Pero esa vez me desocupé antes del trabajo, por lo que no fui a encontrarme con él a la hora de siempre. El error de Kitsune fue no pensar en la posibilidad de que yo pudiera llegar antes a verlo. No debería haber traído a uno de sus amantes a un lugar que otro de ellos conocía.

     Si hubiera sabido lo que iba a encontrar ahí, no hubiera llegado tan feliz, con una pequeña cajita con un costoso anillo de platino en las manos. No tuve que tocar: tenía una llave desde antes de entregarle el departamento. Probablemente no hice ningún ruido. Después de todo, quería darle una sorpresa. Pero la sorpresa me la llevé yo. En esa habitación, en la que tantas veces estuve con él, ese día, estaba él con otro hombre.

-          ¿Qué…?
-          Armando… - no parecía demasiado sorprendido. El otro hombre, en cambio, parecía que iba a vomitar en cualquier segundo.
-          ¿¡Ese es otro de tus amantes!? ¿¡Por qué no me dijiste que vendría!?
-          … - ahora que lo pienso, el silencio de Kitsune era curioso.
-          ¿Otros amantes…? Kitsune, ¿qué está pasando?
-          ¡Lo siento! ¡Permiso! ¡Te hablo después, Kitsune-chan!

     El sujeto se marchó rápidamente. Como estaba en shock, no pensé ni en detenerlo. Lo único que quería era una explicación de porque ese hombre lo estaba besando y desvistiendo. ¡Él era mi pareja!

O eso se suponía.

-          Que cobarde es. Además le dije que no me gustaba que me dijeran Kitsune-chan. Supongo que fingirle que era un prostituto y a la vez era un niño tierno e inocente no fue conveniente. Así no podré amenazarlo cuando me llame así.
-          ¿De… de qué estás hablando…? ¿¡Quién era ese hombre!?
-          No grites. No hay necesidad de gritar.
-          ¿¡Cómo que no!? ¡Acabo de verte besando a otro hombre! ¡Siendo desvestido por él!
-          ¿Y? Tú no eres mi dueño.
-          ¡Claro que lo soy! ¡Tú mismo lo decías!
-          Sí, y tú te creías cada una de esas mentiras.

     Me hervía la sangre al oírlo reírse así. Y dolía, dolía mucho. No sabía porqué, pero todo mi cuerpo estaba fallando. No procesaba bien lo que Kitsune decía. La respiración se me aceleraba, al igual que el corazón. Tal vez así se siente volverse loco.

-          Yo soy un prostituto, Armando. – ya no me decía “Armando-san” como antes. Pero no sé porque eso no me dolía. Todo era tan extraño… - Desde hace mucho tiempo que lo soy.
-          Mentira. ¡Mentira! ¡Tú me dijiste que eras mío!
-          Jamás he sido de nadie. Y tampoco lo seré.

     Destruir. Es en todo lo que podía pensar en ese momento. En destruir todo a su alrededor, matar a cualquiera que pudiera tocarlo. “Así que no era un niño inocente”, pensaba yo. Pero eso no importaba. No sé porque no importaba, ahora que lo pienso. No sabía como reaccionar. Sólo podía escuchar como me despreciaba.

Hubiera preferido que me odiara,
a que me despreciara e ignorara como lo hacía en ese momento.

-          Como cualquiera, fuiste una mera herramienta para mí. Y te saqué muchos beneficios, ¿no crees? Este departamento está a mi nombre y ya lo vendí. Trasladé todas mis cosas, incluyendo las otras cosas que me diste, a otro lugar.
-          ¿Qué…? ¿Ah…?
-          Podrías dejar de balbucear como un idiota, en primer lugar. ¡Ah! Y te saqué la mayor parte del dinero que había en tus tarjetas de crédito. Espero que no te moleste, ja ja.

     Aún con esa risa sarcástica, yo no reaccionaba. Sólo podía ver como se marchaba. Como pasaba por mi lado, susurrándome al oído antes de que mi vida y mi cordura colapsaran.

Estaba arruinado y lo había perdido. Ya nada tenía sentido.

-          Adiós, baka-san.


-          ¿Tienes idea de cómo la pasé luego de que te fuiste?

     Los días han pasado. Creo que ya debe haber pasado una semana desde que lo traje aquí y desde entonces hemos estado encerrados aquí los dos juntos. Todo el trabajo lo he delegado vía celular. Cada hora la paso junto a él. Como debía haber sido desde siempre. Sí, me empezado a dar cuenta del porqué de ciertas reacciones que he tenido en todo este tiempo.

-          Luego de que me dejaste, yo estuve en shock por varias horas. Aun así pude llegar a mi departamento. Me senté en mi cama por horas, hasta que la furia me invadió y destruí muchas cosas de mi casa, hasta que el dolor causado por los vidrios rotos me devolvió un poco la consciencia.

     Él no puede responderme. Lleva una mordaza en la boca. Su piel está herida por los miles de hilos que he usado para retenerlo. Mientras lo penetro por enésima vez, continúo con mi monólogo, con la esperanza de que me escuche, y también de desahogarme.

-          Pasé un año entero dedicado al alcohol. Lo había perdido todo, a mi fortuna, a ti… Me lo robaste todo. Mi vida, mi salud, mi cordura… Y yo que pensaba que eras un pequeño inocente. Tan sólo eras una puta que no merecía nada de mí. Nada de nadie.

     Siento una pequeña reacción en él, seguramente causada por mis palabras. Me pregunto si le habrá dolido aunque sea un poco. En todos estos días lo he humillado de muchas maneras. Obligándolo a que cada vez que tenga que orinar lo haga en frente de mí. Yo lo llevo al baño y lo observo. Lo hice comer del sueño todos los días, de un plato para perro que compré para él. Si desea dormir, debe hacerlo amarrado de cabeza, hasta que se despierte por el dolor y deba llamarme. Además de muchos otras obligaciones sexuales que me debe.

Aun así, todo era en vano.

-          Sin embargo, al recordarte, sentía un gran dolor. Sentía como si hubiera perdido un pedazo de mi ser. No podía hacer nada en todo el día más que beber y meterme en riñas con otros ebrios. Era patético, me odiaba a mí mismo. Pero el alcohol era lo único que me entumía lo suficiente como para evitar el dolor excesivo, y que terminara descargando mi sufrimiento sobre la vida de alguien más. Me hice tan dependiente que, cuando intentaba dejarlo, tenía alucinaciones.

     Mi cuerpo tiembla con sólo recordarlo. Él logra por fin sacar la mordaza de su boca, pero difícilmente puede hablar. Lo único que sale de su boca son gemidos y quejidos debido a la herida entre sus piernas que en todos estos días no ha tenido oportunidad de cerrarse, a causa de mis constantes embestidas al interior de su cuerpo.

-          Las personas se transformaban en zorros. Horribles zorros que me miraban y se reían de mí. Igual que tú…
-          ¡Ahhh…! ¡Detente de una vez!
-          ¡Pero logré superarlo! ¡Aun con las alucinaciones y los asquerosos malestares, yo pude salir adelante! ¡Ahora soy un exitoso administrador de una de las más grandes cadenas de casinos del mundo! ¡Todo para poder encontrarte una vez más!

Se suponía que era un hombre exitoso.
No sabía lo que era el éxito en ese entonces.

-          Sa- ¡ahhh! ¿…Sabías que vendría a… ¡aaahhh! …a ese casino…?
-          Eso esperaba que hicieras. Así sería fácil encontrarte. Y lo fue.
-          Gaderiel… Gaderiel dijo… que harías eso…

     Está intentando no gemir. Aun ahora trata de no ceder al placer. Aunque ya le haya demostrado varias veces que no puede resistirse. Ese traidor de Schwarz. Si hubiera sabido que estos dos se conocían, no le hubiera hecho caso. Sin embargo, gracias a él tengo a Kitsune en mi poder ahora. El que salió engañado fue esta puta después de todo.

Agradezco con toda mi alma el haberlo conocido.

-          Pero… p-pero aun no pasa nada… ¡aahh, duele…!
-          ¿Nada de qué? Y no hagas como que te duele, si igual ya te has corrido 5 veces, y todas muy seguidas.
-          ¿Qué… qué estás tomando para poder hacer esto…? ¿Cómo es que tienes tanta stamina todavía? Iyaaa…
-          Nada. Supongo que es a causa de estos poderes de animal que están despertando en mí. Que ese Schwarz despertó en mí.

    Con un fuerte gemido, Kitsune vuelve a correrse, y su semen cae al suelo frente a él. Por la presión sobre mi miembro, yo también me corro, pero no sin antes salir de dentro de él, para poder esparcir mi semen por su blanca espalda. Suelto los hilos que lo mantienen en el aire, y él cae sin fuerzas sobre su propio semen. Se ve tan hermoso, todo sucio como debería estar. Con esas heridas en los brazos y piernas, causadas por mis hilos. Nada demasiado grave. No dejarán marcas en su piel.

     Sin embargo, su mirada, aunque cansada, sigue igual de desafiante. Aun con todas las cosas que le he hecho en estos días, en ningún momento me ha rogado clemencia ni ha derramado una sola lágrima que no fueran las inevitables por el dolor físico. Ni cuando metí un fierro recién quemado dentro de él me pidió perdón o piedad.

Era tan frustrante. Era insoportable para una persona orgullosa
y propensa a la ira como aún lo soy yo.

-          ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué aun ahora no lloras!? ¿¡Por qué me sigues desafiando!?

     “¿Por qué eres tan hermoso?” quiero decir, aunque no sé porque. En todos estos días me he dado cuenta de una cosa. Antes lo encontraba bello, pero era algo meramente físico. Creía que estaba enamorado, como la mayoría de la gente cree estarlo y no lo está. En mi errada creencia, pensé en casarme con él. Para eso era ese anillo. Al recordarlo, me pongo de pie y voy a buscarlo a mi habitación. Sé que él está demasiado adolorido y agotado como para poder caminar.

     Pero, como sé ahora, yo no estaba enamorado de él en ese tiempo. Me enamoré cuando lo vi tratarme como una basura. Cuando mostró su verdadero ser. Me enamoré del verdadero Kitsune. En estos días, mi deseo por él sólo ha aumentado. Quiero que permanezca a mi lado para siempre, aunque tenga que encerrarlo en este amplio departamento. Pero no se lo diré. No le diré que lo amo, porque sólo se burlaría. No dejaré que se ría de mí una vez más.

En una situación como esa, era peligroso exponer una debilidad.
Eso corría tanto para él como para mí.
Por eso lo haría de otra manera, aunque me odiara por ello.

-          Mira lo que tengo aquí. Es un regalo para ti, por ser un buen esclavo.
-          ¿Qué…? – él ve la pequeña cajita en mi mano. -¿Es… es lo de esa vez…?
-          No te esfuerces tanto para hablar. Y sí, lo es. Es un anillo, ¿ves? – abro la caja frente a él, y sus ojos grises parecen brillar al ver el platino. – Antes era la muestra de mi amor por ti. Ahora es sólo un recordatorio de que eres mi mascota.

     A la fuerza, lo pongo en uno de sus dedos. Como era de esperarse, el grosor de sus dedos no ha cambiado. Sigue tan esbelto como antes. Lo tomo entre mis brazos y lo siento sobre mi regazo. Parece una muñequita con lo cansado que esta. Pero aun así, esa preciosa mirada altanera no se desaparece.

-          No necesito esto. – me sorprendo al oírlo hablar luego de varios minutos de silencio. – Ya tengo una especie de “anillo de compromiso”, aunque se lo dejé a Gaderiel para que lo cuidara.
-          ¿¡Aceptaste uno de Schwarz!?
-          No, idiota. – aun puede tratarme así. Realmente este chico no conoce el miedo. – De mi amante actual. Su nombre es Yoshio.
-          ¿El de la cadena de hoteles?
-          El mismo. Desde que me conoció, trabajó muy duro para que su fortuna creciera. Es un gran hombre.

     Nunca lo había oído hablar así. ¿Es realmente el mismo Kitsune que me despreció vilmente? Voz está cargada de ternura. Y ahora puedo notar que es ternura genuina.

-          Es… es la primera persona que no me rechazó cuando supo como yo era en verdad. Es más, él ya lo sabía. Y me amaba así como soy. Fue… impresionante.

     Me hierve la sangre. ¿¡De qué está hablando!? “¡Yo también te amo así!” quiero gritar, pero no me atrevo. Me pregunto: si yo no hubiera reaccionado como lo hice, sí me hubiera dado cuenta antes de cual Kitsune era el que amaba, ¿él hablaría de mí de esa forma? Quien recibiría esa especie de cariño que está demostrando ahora, ¿sería yo?

Sentía celos. Unos horribles celos que me quemaban por dentro
y que aun ahora me cuesta controlarlos.

-          Seguramente Gaderiel lo está reteniendo para que no venga a buscarme. Es él único que vendría a buscarme, aparte de Gaderiel…

     Sus ojos se ensombrecen por unos instantes. No entiendo bien que está pensando. Sólo sé que deseo matar. Que quiero arrebatarle ese sentimiento tan dulce que parece tener por ese hombre. Algo impensable para alguien como él, y que aun así está tan claro frente a mis ojos.

¡Sólo debes mirarme a mí!

-          ¿Tanto… tanto te gusta ese sujeto…?
-          ¿Nn? Bueno, es especial para mí. Realmente especial. No quiero perderlo por nada del mundo. Y eso que estoy acostumbrado a perder cosas.
-          ¿Y yo? ¿Qué piensas de mí?
-          Que eres un desgraciado que me ha retenido a la fuerza aquí y me ha humillado como ha querido. ¿Qué más pensaría?

     Así que, si logra escapar, si lo dejo ir, irá corriendo a los brazos de ese hombre. El único que ha podido enternecer su corazón. Alguien que no soy yo…

     Pero… si ya no es más hermoso, si no tiene ese cuerpo y ese rostro perfectos, tal vez ese hombre ya no lo querría. Seguro está hipnotizado por su físico y no por su personalidad avasalladora y corrupta. Igual a la mía. Sólo él puede entenderme. No dejaré que me lo quite.

     Por esa razón, tomo uno de los cuchillos que tengo a mi lado, que estuve usando para distintos propósitos (en general, para abrir paquetes). Lo elevo en el aire con un sólo propósito. ¿Cómo se llamaba esa leyenda? Kuchisake onna. Un hombre le deforma el rostro a su hermosa mujer, a quien todos los hombres miraban, para que nunca nadie se la arrebatara. Eso mismo haré.

Para que nadie pueda apartarte de mí. Abriré los lados de tu boca.
Nunca nadie volverá a verte a la cara sin sentir asco o espanto.
Sólo yo estaré ahí para ti.

-          ¿Conoces la leyenda de la mujer de la boca cortada?

     A juzgar por su reacción, sí la conoce. Comienza a retroceder con sus manos, sin poder ponerse de pie por el miedo y el agotamiento. Nunca lo había visto así. Esa apariencia sólo me hace desearlo más.

-          Armando, ¿qué haces? ¡Suelta ese cuchillo, Armando!
-          Nunca nadie más te mirará. Sólo yo estaré a tu lado, ¿sí?

     Cuando el cuchillo ya va a tocar su piel, mi mano se detiene. Una fuerza invisible impide que termine mi trabajo. ¿¡Pero qué…!? Siento un aura poderosa salir de él. Si me fijo mejor, en su espalda hay cuatro colas. Colas de zorro que se mueven con un viento invisible. Una quinta empieza a surgir, brillante y hermosa. Es que… ¿¡es qué él también tiene desarrollado el poder de su animal…!? ¿¡Era ese el objetivo de Schwarz!?

Yo había causado que una de sus colas se desarrollara.
En ese momento no sabía lo orgulloso que debía sentirme.

     Pero aparte de alejarme, no me hace nada más. Cuando su aura comienza a desaparecer, al igual que las colas, puedo ver mejor su rostro. Pero no puedo creer lo que estoy viendo. Infinitas lágrimas caen por sus mejillas. Su cuerpo tiembla, indefenso, aterrado. Trata de abrazarse a sí mismo, de cubrirse con sus brazos para apagar el temor, pero no funciona. ¿Por qué…? Todo lo demás no lo había hecho ni derramar una lágrima y esto le afecta de esta forma.

     Pensé que disfrutaría verlo así, pero no es así. Me acerco lentamente, tratando de no asustarlo más. Cuando una de mis manos hace contacto con su cabello, se sobresalta. Pero no es eso lo que me afecta. En un segundo, unas imágenes vienen a mi mente. Algo que jamás había visto y que no tenía como recordar. Y sin embargo es un recuerdo. Uno de nosotros dos. De unos diferentes nosotros.

-          ¿¡No lo entiendes!? ¡Yo no puedo envejecer! ¡Soy una mierda de persona! ¡Tú también lo sabes! ¡Nadie estaría a mi lado jamás si no fuera por este cuerpo!
-          Que dices… yo… yo estaría a su lado…
-          ¡¡NO TE ATREVAS A MENTIRME!!

     Puedo sentir en mi cuerpo el dolor causado por el pedazo de espejo que ese otro Kitsune, de cabello largo hasta la cintura, enterró en el brazo de mi otro yo, un poco mayor que yo mismo. No entiendo. Esos no somos nosotros. No puedo recordar algo de cuando yo soy mayor que ahora.

     Pero no tengo tiempo de pensar. Otra imagen viene a mi mente, y esta vez siento que mi corazón es comprimido con fuerza antes de ver nada.

-          ¡Una arruga! ¿¡Sabes lo que es eso!? ¡Se acabó todo! ¡Ya no tengo nada! Nadie va a quererme… nadie va a estar a mi lado…
-          ¡Detente! ¡No es así! ¡Yo estoy aquí, ¿no ves?! – pero él no se mueve. Sólo se encuentra en una esquina con los ojos en blanco.
-          Ya no hay nada… ¿puedo morir ahora…? Ya nada vale la pena…
-          ¿Por qué…? ¿Por qué tiene que ser así? – mi otro yo lo abraza con fuerza y ternura, pero ese Kitsune no lo escucha. Sólo continúa murmurando suavemente.

     Antes de arriesgarme a tener otra de esas desagradables visiones, envuelvo el cuerpo de Kitsune con mis brazos, igual como lo hizo mi otro yo con ese Kitsune. Acaricio su cabello lentamente. ¿Por qué? No era esto lo que yo quería hacer. No era lo que quería causar. Quiero estar con él, sólo eso. Quería que tuviera todo lo que quisiera, antes y ahora. Yo me enamoré de una reina, de un bastardo que miraba a todos por encima del hombro. Porque no entendía lo que sentía, tenía rabia, me sentía despechado y solo, quería romperlo y lo logré. No podría arrepentirme más ahora.

Era horrible. No podía soportarlo.
Era la primera vez que tenía visiones, y la primera vez que lo veía así.

-          No… no me hagas eso… No otra vez… - ¿Otra vez? ¿Alguien ya intentó hacer esto antes? – Esas chicas se detuvieron por miedo… Tú sabes de estos poderes… No te vas a detener…

     Trata de alejarse de nuevo, por el miedo, pero yo lo retengo. Él grita, desesperado. Se retuerce en mis brazos para intentar soltarse, pero no lo consigue. Yo le susurro “tranquilo” al oído, repetidas veces, y poco a poco se va tranquilizando, y aferrándose cada vez más a mí.

-          Te amo. En serio. Justo como eres ahora y como has sido todos estos días. Por eso hice todo esto, para tenerte a mi lado. Perdóname.
-          ¿En serio?

    ¿Nn? No parece enojado, y ya no parece asustado tampoco. Es más: parece feliz.

-          ¿Me amas? ¿Así? ¿En serio? – me pregunta eso muchas veces, como un niño confirmando el amor de sus padres. – Dilo otra vez.
-          Te amo. – yo sólo puedo seguir confirmándolo. Está feliz, lo sé. Está loco, lo sé. Pero no importa: me quiere a su lado.
-          No eres como todos esos hombres que ni siquiera me deben recordar. Tantos que dijeron que me amaban y luego me olvidaron. Pensé que eras como ellos.
-          Yo también lo pensé, pero no es así.
-          Lo sé. Ahora lo sé. Tu mano en mi cabello se siente tan bien. Nee, bésame.

     No puedo evitar cumplir esa orden. Mis labios atrapan los suyos con suavidad. Hace tiempo que no hacía esto, besar con ternura a alguien. Y eso que se siente tan bien. No, no es el gesto. Es él.

     Cuando nos separamos, él se ríe suavemente. Suena a que perdió la cordura.

-          ¿Sabes? Podría vengarme de ellos. De ellos, y de esas chicas que me intentaron destrozar. - ¿Chicas? – Tú me ayudarías, ¿verdad? Entre nosotros tres, podríamos atraparlos a todos y dales su merecido.

     Los tres… ¿se refiere a ese hombre, Yoshio? Bueno, no importa por ahora. No me pondré celoso cuando está tan inestable.

-          ¿A qué te refieres con darles su merecido? – pero él no responde. En vez de eso, me hace otra pregunta, mientras se sube más sobre mí y acerca su rostro al mío seductoramente.
-          ¿Te convertirías en un criminal por mí?

No podía desobedecerlo. Era mi reina.
Las vidas de muchos no valían nada al lado de sus deseos.

Por verlo feliz, porque siguiera siendo mío como lo era en ese entonces,
yo atraparía a quien fuera en mi red,
y lo haría pedazos con mis hilos.

2 comentarios:

  1. *°* Me ha encantado!!! A pesar de que ahora me encuentro sin lentes y los ojos me estan ardiendo :'D Armando es tan controlador, todo porque no quiere perder a Kitsune >w< y este parece que ya lo acepto. "¿Te convertirías en un criminal por mí?" Esa frase es de lo mejor, y el pobre Armando no se puede negar xD ¡¡Sigue así!! (me has causado unos cuantos gritos de fangirl)

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    1. Muchas gracias n.n Cuida tu vista esos sí XD Sí, Kitsune aceptó que esté a su lado (lo que no quiere vaya a estar solamente con él XD) Ahora se vienen cosas con estos 3 (sí, con Yoshio también), pero no sé si seguir de inmediato con esto o seguir con algo de Jin y Gaderiel. ¡Gracias por el apoyo! =D

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